…Cuanto más fuerte es el obstáculo, más grande es la gloria que podremos alcanzar al vencerlo…”

No podría estar más de acuerdo con Molière, filósofo francés del siglo XVII. Con el paso del tiempo la frase ha cobrado valor en el gremio minero.

En México hay 10 sindicatos mineros aglutinados en la UNASIM. Hombres y mujeres productivos que han enfrentado no solo la dureza de las piedras, sino que han atravesado infinidad de problemas familiares, educativos, económicos, sociales, entre otros.

Miles vivimos en carne propia el tener que abandonar los estudios por sacar adelante a nuestras familias, a veces incluso en el papel de hijos. Dejamos la educación escolarizada pero no las ganas ni el coraje de ser alguien. Sin el temor a equivocarme puedo decir que esta es la realidad de la mayoría de nosotros, los mineros.

Por eso la importancia de recalcar las palabras de Molière: está claro que no es requisito tener posgrados en México o en el extranjero para ser un luchador social, para contribuir con nuestra comunidad o ser el motor que impulse a nuestras familias; aquel que piense lo contrario y que demerita el esfuerzo que hay tras cada persona, no sólo atenta contra el sector obrero sino que evidencia la falta de empatía e ignorancia que tiene con el México moderno.

Por segunda ocasión y gracias a mi país, a los trabajadores y por supuesto a las ganas de contribuir a mejorar la vida de los mexicanos, he podido ocupar una curul en la Cámara de Diputados. Formo parte de ese equilibrio tan necesario en la política, soy la voz de los mineros y acerco las necesidades reales de los mexicanos a la agenda legislativa.

El sindicato El Frente, el cual encabezo, ha impulsado desde el primer día la inclusión de las mujeres en la actividad minera, y desde hace 10 años somos la organización con mayor número de colaboradoras en el sector.

En mis constantes recorridos por los centros de trabajo he visto la entereza de esas mujeres, su motivación por salir adelante enterró el mito de que no debían entrar a una mina, por el contrario, ponen el estandarte muy en alto.

Como las mujeres mineras hay otras que han logrado vencer barreras culturales, ideológicas y de género, por decir lo menos.

Hoy una ocupa la máxima autoridad laboral de este país, no solo de título sino de hecho: Luisa María Alcalde.

En las manos de la abogada está el velar por el interés de más de 30 millones de trabajadores, tarea nada sencilla y que implica grandes retos.

El que Luisa María Alcalde esté al frente de la Secretaría del Trabajo es una muestra de equilibrio y de equidad en México. Nosotros lo festejamos y lo vemos como un logro. Y es que la clase obrera también derribó grandes barreras para que pudiéramos acceder a la política.

Los mineros de oficio tenemos grandes coincidencias con la secretaria Luisa María Alcalde. Si bien en el campo de acción tenemos diferentes puntos de vista que nutren a la justicia social, no perdemos de vista y compartimos con ella el gran pensamiento que acuñó Molière, que se traduce en seguir adelante y no detenerse ante los que están cegados por sus prejuicios.

Los mineros día a día nos capacitamos no solo para afrontar a los nuevos tiempos, sino para servir de ejemplo a nuestras familias de que sí se puede salir adelante, sin importar que vengamos de abajo.

                                                                                                                              @CarlosPavonC