En pleno debate sobre el papel de los partidos políticos, Alexis de Tocqueville los dividía en “grandes” y “pequeños”. No se refería a la cantidad de los militantes sino a la lealtad hacia sus principios encaminados a alcanzar un bien común. Y aclaraba, un mismo partido puede ser grande o pequeño en diferentes momentos.
Los partidos pequeños “agitan a la sociedad”, “la perturban sin provecho”, “como se sienten elevados y sostenidos por grandes ideales su carácter está impregnado por un egoísmo que se manifiesta ostensiblemente en cada uno de sus actos”, “su lenguaje es violento, pero su andar es tímido e incierto…”, enumeraba De Tocqueville. Una descripción del siglo XVII que pudiera definir, no sólo a Morena, sino a varios partidos del México del siglo XXI.

El papel de la ideología
En un partido sus principios ideológicos son fundamentales. Tanto en los tiempos de éxito como en los de fracaso serán elementos que ayuden a conglomerar o, por el contrario, que detonen el enfrentamiento y la dispersión.


Por eso es fundamental el proceso de selección de sus miembros. Algunos teóricos señalan que el camino de los partidos los determina la forma en la que se fundaron.
No se puede ir con registro en mano gritando como en los microbuses, “¡súbale, súbale, hay lugares”, y abrir las puertas de un partido a cualquiera que se muestre interesado en ese momento para alcanzar el poder y sume votos. Ese pragmatismo tiene consecuencias y sólo unos cuantos serán los beneficiados.


Si desde un inicio quedan claras las reglas, los liderazgos tendrán que apegarse a esos principios, porque entienden que cada paso que den aunque sea pequeño, es un paso firme rumbo a una meta.


Pero si no hay una coincidencia ideológica y sólo importa permanecer en el poder, el partido es lo de menos. Cuando haya una oportunidad se puede saltar a otro partido que garantice esa estancia.


Morena es un ejemplo de cómo sumarse a un proyecto con el único objetivo de llegar al poder resulta ser, en el mediano plazo, un factor de división. Actualmente, en el partido conviven miembros cuyas acciones y afirmaciones los ubican en la derecha, en la extrema izquierda, en la izquierda moderada y los fieles seguidores del pragmatismo.


Cada uno busca mantener su pedazo de poder. Unos quieren mantenerlo para influir en el próximo proceso electoral y agrandar su poder aún más. Pero también existen quienes pretenden consolidar una lucha por el bienestar del pueblo, que iniciaron hace muchos años. A otros ni les interesa ni aprecian al partido, porque el cargo lo ganaron en una tómbola o porque llegaron al poder por la suerte de haberse subido al carro de un candidato ganador.

#A’iVieneElLobo
La cuarta transformación se parece a la cuarta dimensión, nos dicen que existe, pero nadie sabe dónde está ni cómo es.

                                                                                                                       @chimalhuacano