El paro estudiantil de la UNAM más largo de su historia estalló cuando el presidente Ernesto Zedillo le redujo, en términos reales el presupuesto a la casa de estudios. La universidad permaneció cerrada casi 10 meses hasta que, la recién creada Policía Federal Preventiva tomó las instalaciones el 6 de febrero del 2000.

La izquierda de ese tiempo, parte de la que ahora gobierna, avaló, junto con el entonces rector, Juan Ramón de la Fuente, la intervención policiaca: el movimiento se había descompuesto y se tenían que recuperas las instalaciones. El apoyo fue tal que para el periodo vacacional inmediato, el Consejo Universitario pidió al Gobierno Federal que la PFP ingresara de nuevo a la universidad, para cuidar las instalaciones.

En un inicio, integrantes del PRD que ahora están en Morena impulsaron y aplaudieron el movimiento. Los hijos de Pablo Gómez salían a hacer declaraciones; un diario capitalino de que dice que es de izquierda sacó de Chiapas a su cronista estrella y lo envió a la UNAM, a narrar lo que llamaban “la lucha de los jóvenes por la educación”.

Incluso, por esas fechas se documentó apoyo desde el Gobierno perredista de la Ciudad.
Carlos Ímaz, entonces presidente del PRD capitalino, se reunió en CU con un grupo de estudiantes moderados. Algunos activistas, como Ariadna Montiel, actual Subsecretaria de Bienestar, tenían participación directa en algunos grupos de ese partidos.

Los partidos políticos de alguna forma apoyaron los primeros meses de lucha del llamado Consejo General de Huelga.

Pero, los grupos más radicales –los ultras– tomaron el control del movimiento. Una célula agredió a la directora de ese periódico que se autodenomina de izquierda y todo comenzó a cambiar. Ese apoyo inicial desapareció.

Salvador Martínez de la Rocca, delegado en Tlalpan, y entonces esposo de Rosaura Ruiz, actual secretaria de Educación y Ciencia del Gobierno de la Ciudad, invitó al rector Juan Ramón de la Fuente a su casa, a cenar con el jefe de Gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas, para hablar del conflicto, pero por la indiscreción de una reportera que se enteró casualmente, la cena se canceló.

Esas son sólo algunas anécdotas que muestran cómo un sector del CGH estuvo apoyado, en un inicio, por dirigentes y grupos del partido en el Gobierno local, entonces del PRD, algunos de los cuales ahora están en Morena, en el Gobierno local y en el federal. O en alguna alcaldía, como Víctor Hugo Romo, en Miguel Hidalgo, quien fue tesorero del Consejo General de Huelga.

Por eso, cuando la Policía Federal Preventiva entró a la Universidad Nacional Autónoma de México, la izquierda institucional, junto con los grupos de poder de la casa de estudios respaldaron al rector Juan Ramón de la Fuente.

Javier Jiménez Espriú, ex subsecretario de Comunicaciones y Transportes con Miguel de la Madrid y miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM durante el conflicto, fue uno de los miembros de la élite universitaria que apoyaron la entrada de la PFP.

Al paso de los años y conforme se normalizaban las actividades académicas y de investigación, los acuerdos entre los diversos grupos de poder de la UNAM se mostraron. Hay que ver en dónde están los protagonistas de ese movimiento.

Como resultado de la entrada de la PFP, 300 estudiantes estuvieron en la cárcel acusados de terrorismo, hasta que se les otorgó una amnistía.

El único académico que rechazó el ingreso de la policía, con el cual tuve oportunidad de platicar del tema, fue el filósofo y emérito universitario Adolfo Sánchez Vázquez. El resto, apoyó el ingreso de la policía… muchos de ellos, ahora anteponen la autonomía y el diálogo para solucionar el problema, pero se olvidan hace 20 años respaldaron una intervención policiaca en la Universidad Nacional Autónoma de México.

gac