Cuando Andrés Manuel López Obrador estaba en la campaña que lo llevó finalmente a la presidencia y repetía que había que acabar con el neoliberalismo, porque la economía mexicana estaba creciendo a tasas muy bajas, de apenas el 2% anual, claro que encontraba un buen eco entre no pocos mexicanos.

Sobre todo, porque ofrecía tener la fórmula para que la economía mexicana creciera 4% entre el 2019 y 2023 y al 6% durante 2024, para cerrar con broche de oro su sexenio.

Repetir ahora la misma letanía cuando claramente se ha fracasado en la conducción económica debe generar la preocupación de que más que estrategia, hay pretextos.

A la economía mexicana se le acabó el margen para tener otros datos que puedan darle el más mínimo sentido de congruencia a aquella frase presidencial de que lo que importa no es el crecimiento, sino el desarrollo.

La actividad económica mexicana ligó ya siete meses consecutivos con caídas. Y resulta que la más importante fue la última contabilizada en noviembre pasado.

No es de tecnócratas neoliberales anticipar que 2019 habría terminado con una caída en el Producto Interno Bruto (PIB). Es la realidad de que se han dejado de crear empleos, está bajando el consumo de los mexicanos y la población siente en carne propia que algo no anda muy bien con la economía. Se comprueba, pues, en el bolsillo que no han funcionado las políticas públicas.

Este jueves tendremos, por parte del Inegi, una primera lectura del PIB de México al cierre del 2019, y si atendemos al dato que arrojó el Indicador Global de la Actividad Económica (Igae) de noviembre pasado, tendremos un registro negativo.

El resultado del PIB de 2019 nos demostrará que el estancamiento de la economía mexicana es real, no es una percepción de mala fe de los analistas fifís, ni un complot. Es una verdad irrefutable, comprobada con datos oficiales.

Es la primera vez en muchas décadas que la economía mexicana cae sin enfrentar una crisis mundial, como la gran recesión de 2009, o una crisis interna, como el error de diciembre de los 90.

Remite, efectivamente, a los tiempos previos a los tecnócratas cuando los populistas de los setenta y ochenta acabaron con la estabilidad económica y financiera del país con sus ocurrencias.

La economía mexicana se ha dotado de una fortaleza financiera que permite afrontar por ahora esos malos datos de 2019. Pero tampoco tiene mucho margen de maniobra para seguir acumulando malos resultados.

Sobre todo, cuando hay claramente una preocupación por la salud de las finanzas públicas.

El discurso oficial es el de la responsabilidad fiscal y el de no mayor endeudamiento. Pero los niveles de recaudación que no se cumplen, contra los niveles de gasto asistencialista que no se recortan.

La negación es un terrible enemigo de la economía. No asumir la realidad de que las estrategias económicas del Gobierno no funcionan, solo acabarán por enredar a las finanzas públicas en esta realidad de estancamiento económico que hoy ya no se puede negar.

                                                                                                                         @campossuarez