No encontré una mejor definición para describir lo que actualmente sucede en el partido. Por un lado, se definió en el Congreso Nacional Extraordinario a un presidente interino, en la persona del diputado Alfonso Ramírez Cuellar, por un periodo máximo de cuatro meses para convocar nuevamente a elecciones. Por el otro, Yeidckol Polevnsky, quién es (¿era?) la presidenta del Comité Nacional no reconoce al Congreso y argumenta que se tiene que cumplir el resolutivo del Tribunal Electoral. Esto va a resolverse en los tribunales, pero dista de ser el único problema del partido.

Mario Delgado y Tatiana Clouthier dirigen en la Cámara de Diputados, mientras que otros diputados de la bancada presentan iniciativas controversiales que están en clara oposición al proyecto presidencial. En el Senado, Ricardo Monreal intenta lidiar con los choques que vienen desde la Comisión de Honestidad y Justicia del partido, que tratan de excluir a una senadora por una disputa tuitera, más que ideológica.

Por su parte, el presidente López Obrador ha dicho su postura, que no va a participar en las decisiones del partido, pero recomienda que se resuelvan la diferencias con el método democrático. En una ocasión anterior dijo que, si el partido se echa a perder, renunciaría al partido, llevándose el nombre. La falta de ideales, de principios, de triunfar a toda costa y la ausencia de escrúpulos morales serían las causas de un posible abandono. Mientras tanto, las pugnas siguen, los conflictos se recrudecen y parece que nadie toma en serio la advertencia presidencial.

De cara a la elección del 2021 siguen las diferencias, los pleitos y el caos en la organización. Parece que la confrontación es más importante que afianzar el proyecto del presidente, la consolidación de la 4T. Queda claro que Morena se parece cada vez más al PRD. Los problemas en el partido-movimiento no son nuevos. Desde el año anterior se vienen dando y los resultados obtenidos fueron consecuencia de esta misma confrontación. Es cierto, se ganó en las dos entidades (aunque no fue por mucho), pero se dejaron sin apoyo los lugares donde era necesario consolidar el proyecto presidencial.

Tuve la oportunidad de ser candidato ciudadano a la presidencia municipal de Aguascalientes por Morena. Estoy convencido que se hubiera ganado, de no ser por la falta de unión, por los conflictos de Yeidckol Polevnsky con Ricardo Monreal, y por la dirigencia estatal que no pudo operar y perdió (¿o vendió?) su estructura. Fuimos víctimas de una victoria legalizada, pero ilegítima, donde llovió el dinero para movilizar gente, donde operó la compra y coacción del voto. A la presidenta se le informó y no le importó. Prefirió destinar apoyos a las gubernaturas que estaban en juego y ustedes pueden juzgar a los candidatos. Uno, señalando que Dios castiga a sus opositores y otro, que desea extender su periodo de gobierno y que incluso encuentra respaldo en la dirigencia.

De cara a la elección del 2021 el partido aún goza de apoyo de los sectores populares. Si bien, aún hace falta tiempo y definiciones, la mayoría de las encuestas señalan que va arriba en las preferencias, pero este apoyo puede ser minado por los intereses personales. Para solucionar este desmadre, el mismo Presidente ha señalado, “¡Basta de politiquería y de grilla! Se necesita ir hacia adelante y llevar a cabo entre todos la Cuarta Transformación de la vida pública de México”.
Si se quiere consolidar este proyecto e impulsar un verdadero cambio de régimen, se necesitan consolidar liderazgos locales, impulsar una agenda propia de la izquierda progresista, resolver los conflictos a través del diálogo y también, que el presidente se interese más por el movimiento que tanto trabajo costó crear.

* Arturo Ávila Anaya, presidente IBN/B Analitycs y experto en Seguridad Nacional por Harvard (NIS).
@ArturoAvila_mx