Hace aproximadamente un mes, quienes laboran en la industria ferrocarrilera y de transporte en Francia paralizaron algunas de las ciudades más importantes de ese país, al iniciar una huelga general como réplica a la propuesta por parte de su Gobierno para reformar el sistema de pensiones.

En 2019, Japón registró el más bajo número de nacimientos durante su historia reciente. Su población está envejeciendo a tal velocidad que, muy pronto, no habrá suficientes jóvenes para ocupar puestos de trabajo productivos que permitan asegurar el retiro de las generaciones mayores.

La situación es similar en España, donde actualmente las personas mayores de 66 años representan aproximadamente el 30% de la población, pero se calcula que para 2050 aumente al 62%. Esto significaría que el país ibérico pasaría de tener 9.4 millones de pensiones a 15 millones.

A estos tres ejemplos sobre la eminente crisis de pensiones a nivel mundial se une también nuestro país. En México, después de la reforma de 1997, el modelo de pensiones cambió para dar paso a la creación de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores). En 2021, el primer grupo que se encuentra bajo este nuevo sistema cumplirá 65 años, la edad establecida en la ley para retirarse. Sin embargo, además de que no todos estos trabajadores alcanzarán las semanas necesarias para jubilarse, quienes sí lo hagan recibirán sólo el equivalente al 30% de su último sueldo.

La mayoría de los sistemas de pensiones modernos fueron diseñados durante la década de los años setenta. En esa época, en México se tomaron por ciertas dos variables que, desde entonces, han cambiado dramáticamente, pero no han sido ajustadas en los cálculos actuariales.

La primera variable fue la esperanza de vida, que ha crecido de manera significativa. La segunda fueron las tasas de rendimiento esperadas, las cuales, en la realidad, han disminuido. Estas nuevas dinámicas hacen que hoy estemos ante una situación grave, pues resulta evidente que los fondos que se encuentran en las Afores no serán suficientes para que una persona se retire dignamente.

Estos factores son los dos ejes que han guiado hasta el momento las reformas que en otras latitudes han generado tensiones sociales. En México tendremos que empezar a discutir con seriedad, con base en un profundo análisis de la realidad, cómo lograr mayores rendimientos con los fondos de las Afores y cuál debe ser la edad para el retiro.

Para quienes se están retirando o están cerca de hacerlo, la situación es urgente y delicada, pues un alto porcentaje de estas personas no va a contar con recursos suficientes y deberá seguir trabajando. 

Ninguna medida será fácil ni económica, pero se deben involucrar población trabajadora, empresarios y Gobierno para encontrar e implementar una solución de fondo que evite una terrible crisis de pobreza entre quienes ya han dado todo y merecen vivir sus años de plenitud de una manera digna. Éste es, sin duda, uno de los puntos medulares de la agenda del futuro próximo de nuestro país.

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