Se suele ver en el prójimo lo que se busca o espera, el madridismo ha pasado ya más de dos años decodificando mensajes crípticos en cada gesto, palabra, foto y pose de Kylian Mbappé. Todo para autopersuadirse de que pronto será posible adquirir al atacante francés, único futbolista hoy en carrera hacia el trono que Cristiano Ronaldo y Lionel Messi han ocupado por más de diez años.

La realidad, sin embargo, es menos simple. Porque el Madrid lo pudo comprar en el verano de 2017, pero lo perdió a manos del París Saint Germain al no atreverse a quitarle del camino a un integrante de su ofensiva BBC (terco destino: por unas u otras, esa campaña los blancos apenas juntarían a Benzema, Bale y Cristiano; más terco: Gareth Bale, sería el héroe en la final de la Champions tras un año muy oscuro). Porque a los merengues no les servirá en esta eventual operación su principal elemento para convencer, que es el dinero; si los millones son lo único que no falta a un equipo propiedad del riquísimo Estado de Qatar, el posicionamiento de su marca país sí es prioritario (y para ello son medulares tanto el Mundial 2022 como el presumir al nuevo dios del balón). Porque nunca se vio a Florentino Pérez, presidente madridista, tan sumiso ante otra institución; un club habituado a acaparar periódicos de todo el planeta con rumorología sobre sus fichajes, sólo se ha dado el tiempo de respetuosamente desmentir dos, ambos del PSG: Neymar y el propio Mbappé; llamémosle emir-fobia o pavor a incordiar al emir.

Luego está el factor tiempo, único adversario del cuadro parisino mientras que su diamante no renueve contrato. En este preciso instante, su vínculo con el PSG está a mitad de camino (dos años y medio de cinco firmados). Si para 2021 no hubiese prorrogado la relación, entonces sí se prenderían focos rojos en la capital francesa por el riesgo de quedarse sin jugador y sin dinero, reiterando que en 2022 se marcharía gratis a donde mejor le pareciera…, aunque al único personaje del planeta futbol que no le afectaría perder un monto de 250 o incluso 300 millones de dólares en transferencia, es al emir de Qatar, con tal de presumir su juguete el máximo tiempo.

Florentino basó su primera etapa en el Madrid en la faraónica adquisición de quien quiso. Si alguien hubiese profetizado a inicios de 2000 que Ronaldo, Zidane, Figo, Beckham, Raúl, compartirían once, hubiese resultado imposible de creer. El mismo Florentino que, en años recientes, consciente de que ante jeques y oligarcas su poder de negociación no es el mismo, ha aprendido que no le queda más que esperar.

Así espera a Mbappé y con él todo el madridismo garantizando que cada movimiento del crack es una señal de humo en dirección al estadio Bernabéu.

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