Este próximo jueves habrá que estar atentos al reporte inflacionario del Inegi al cierre de la primera quincena de enero.

A pesar de que la economía mexicana está estancada, los incrementos en los precios al arrancar este 2020 pudieron haber dado un golpe importante al Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que habrá que calibrar.

Ya le tocará al Banco de México determinar si esos aumentos quedarán ahí, en un impacto de una sola vez, o bien si se corre el riesgo de que haya un contagio hacia otros precios de la economía tras los incrementos en salarios y en no pocos productos básicos.

El Producto Interno Bruto (PIB) está estancado, la actividad industrial está en recesión y las actividades de comercio y servicios muestran un debilitamiento importante. Este escenario impide que muchos precios puedan elevarse y se arriesguen a perder la poca demanda que tienen.

Sin embargo, siempre habrá espacio para que la actividad estancada de una economía se pueda acompañar de presiones inflacionarias.

Si el banco central mexicano nota que ese chipote en la inflación que conoceremos con detalle este jueves puede implicar un riesgo para la formación de precios, que no nos quede duda que al menos una mayoría de integrantes de la Junta de Gobierno harán lo necesario para mantener la inflación en el cauce actual de un crecimiento anual del INPC de 3%.

Lo primero que harían será hablar más fuerte en su comunicado de decisión de política monetaria del próximo 13 de febrero y seguramente frenar el ritmo de baja en la tasa de interés que inició desde el año pasado. Y si lo amerita, el Banco de México no se tocaría el corazón para subirle un poco a la tasa de interés.

En cuanto a cuidar el crecimiento, esa es otra ventanilla.

Las políticas públicas que pueden ayudar a superar el actual estancamiento se definen desde el poder ejecutivo, que de hecho tiene un claro control del poder legislativo.

El paquete económico aprobado para este año no es de mucha ayuda, porque el gasto público está muy castigado en el rubro de creación de infraestructura y altamente concentrado en los programas asistencialistas de reparto de recursos que acaban por no generar un circulo virtuoso de crecimiento.

No hay recursos públicos, pero tampoco hay muchas señales de certidumbre desde el poder ejecutivo hacia los inversionistas privados que pudieran decidir arriesgar sus capitales.

Con la misma certeza con la que hoy los mercados asumen que el Banco de México no permitiría que se desarreglaran los niveles inflacionarios, con esa contundencia esperan los inversionistas, de todos los tamaños y de todas partes, que el gobierno federal sea categórico en cuanto al respeto a las inversiones, a la estabilidad macroeconómica del país y hasta del sentido común.

Estamos en la antesala de una burbuja inflacionaria de la primera quincena de enero y hay la certeza de que, si no es temporal, el Banxico la va a controlar. Pero nadie tiene la seguridad de que podremos salir del estancamiento económico actual gracias a una buena conducción gubernamental.

                                                                                                                       @campossuarez