Seguramente el Gobierno sabe a qué se enfrenta en el Suchiate.

No es novedad la presión migratoria en la zona, expuesta tradicionalmente a presiones de centroamericanos, algunos sudamericanos y menos de otras partes.

Pero nunca las autoridades mexicanas habían conminado a esas oleadas a ofrecerles cuanto necesitan, desde atención humanitaria en su tránsito hacia Estados Unidos hasta fuentes de empleo.

Esa es la diferencia.

Antes llegaban por decenas y aun centenares de miles y recibían hospitalidad de diferente manera, con atención de la Comisión Mexicana de Atención a Refugiados (Comar) y con supervisión internacional.

Las crisis políticas, con enormes saldos en materia de derechos humanos, fueron constantes en prácticamente los últimos tres decenios del milenio anterior, de los setentas a los noventas.

Siempre hubo salida.

Hoy hay primeras, segundas y terceras generaciones perfectamente adaptadas al modus vivendi nacional en Quintana Roo y otras entidades del sur del país.

Nadie dice nada.

Otros vienen por temporadas a cosechas –el café es uno de ellos-, se están unos meses y regresan básicamente a Guatemala, El Salvador y Honduras.

HOY EL AMAGO ES MAYOR

Como hoy el amago es mayor, va una historia:

A principios de 2012 hubo una invasión silenciosa y, cuando acordó el secretario de Gobernación,Alejandro Poiré, detectó a miles asentados en la frontera de Tabasco.

La orden de desalojo fue inmediata al comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), Salvador Beltrán del Río, quien acudió con la pretensión de actuar una madrugada.

-A las cinco de la mañana –anunció.

En la víspera llegó a platicar con el gobernador Andrés Granier para informarle del operativo y por supuesto a pedirle apoyo de policías judiciales y agentes ministeriales.

-No lo recomiendo –protestó Granier.

-Es una instrucción repuso Beltrán del Río. Han recorrido la frontera de Guatemala varios metros hacia el norte. Es una invasión territorial que no podemos permitir.

– Sólo consideren un dato –recomendó el gobernador tabasqueño-: habrá guatemaltecos, pero muchos de ellos tienen indistintamente credenciales de identidad de varios países… No sabemos quienes sean mexicanos y quiénes no.

No obstante la objeción, se intentó el operativo.

Pero los invasores de aquella punta sur de la patria atacaron con todo, hasta con rieles de tren, a la comitiva mexicana llegada con la ilusión de rescatar la zona y restablecer el orden.

Resultado: se echaron para atrás las fuerzas federales y estatales.

El asunto se solventó con un acuerdo de Gobierno a Gobierno, de México a Guatemala, y fue posible encontrar una salida.

¿Hoy podrían frenarse las caravanas con acuerdos bilaterales?

Se necesita una acción multilateral, de todo Centroamérica con México… Y quién sabe.

SE ACABÓ LA TOLERANCIA

Destaca una frase en el oficio dirigido a “personas migrantes ubicadas en el puente fronterizo…” con Guatemala:

“Los extranjeros, al acceder a territorio nacional, deberán cumplir con la Ley de Migración que establece:

“Que deberá ser regulada, segura y ordenada. Las disposiciones jurídicas no establecen una calidad migratoria de tránsito, razón por lo cual no es posible obsequiar positivamente su petición”.

O sea, señores, no hay tránsito hacia los Estados Unidos de América de Donald Trump.

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