No más horas extras ni pago de retardos injustificados”, así se suma Napoleón Gómez Urrutia a la 4T. Recién empieza el año y Napillo ya dejó en claro cómo cumplirá la petición más emblemática del presidente López Obrador: la austeridad. Obvio no será él y mucho menos su familia; el sacrificio económico lo asumen quienes menos tienen: los trabajadores.

 

La vileza en su máxima expresión. El 9 de enero por órdenes de Napoleón Gómez Urrutia se repartió una circular en las sedes del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana, dirigida al personal administrativo y jurídico, entre ellos secretarias, contadores, mensajeros, personal de intendencia, por nombrar algunos, la misiva advertía que a partir de ese día no se pagarán más horas extras y los retardos deberán ser estrictamente justificados.

 

Fue una orden con carácter de urgente, de aplicación inmediata lanzada por Napillo, quién por cierto aún vacaciona en Europa. El mensaje era un fraternal saludo para después anunciar “…queda suspendido el tiempo extra sin previa justificación y autorización sin excepción alguna…” y más adelante se leía: “…los retardos o tolerancia a los cuales se tienen la costumbre, no se deben de considerar diarios, ya que solo son para situaciones que ameritan y se tenga justificación”.

 

Resulta ofensivo y más cuando se sabe que esta nómina que se paga con las cuotas sindicales no es onerosa; este personal tiene salarios que van entre 7 mil y 14 mil pesos mensuales, recursos que sin pudor alguno gasta el senador en una comida, en unos zapatos o en un cinturón. Pero aún hay algo peor: la nueva exigencia se impuso, asegura la agrupación sindical, con “el fin de apoyar el proyecto económico de buscar reducir costos y entrar en el modelo de austeridad”, la misma austeridad de la que Gómez Urrutia y su familia se han burlado y desechado.

 

Más indignante resulta cuando hace unos días una nueva investigación exhibió uno de los tantos lujos con los que vive la familia Gómez Casso. Además de los viajes en avión privado, de las vacaciones en mansiones, de la adquisición de casas valuadas en millones de dólares, ahora la nota la da uno de los críos de Napillo, “Polo” Gómez Casso, quién sin pudor presumió la posesión de 31 autos de lujo y de carreras.

 

La ambición ha cegado a Napillo al grado de alterar a su conveniencia el discurso de austeridad del Presidente y en su nombre sacrificar y quitarle a los de abajo para seguir pagando todo tipo de derroches a sus hijos.

 

No señor senador, no es ni siquiera humano que usted pida que se estanquen los salarios cuando vive en la abundancia gracias al esfuerzo de otros. Que le quede claro, esas personas cobran por hacer el trabajo que a usted no le da la gana.

 

¿Qué autoridad moral tiene Napillo para castigar económicamente a los trabajadores? ¿Acaso la labor de un líder no es ver por el bienestar de cada colaborador? Como era de esperarse ningún funcionario ha opinado del escándalo que una vez más envuelve a Gómez Urrutia. Esperemos que los líderes morales de la 4T hablen con Napito y le expliquen con peras y manzanas de qué trata la austeridad, porque al parecer el legislador no ha entendido absolutamente nada.

                                                                                                                       @CarlosPavonC