La guerra contra el plástico que las autoridades capitalinas han emprendido este año, debería también llevar a un replanteamiento estratégico para diseñar un programa de disposición final de residuos a nivel de megalópolis.

Hasta ahora sólo en materia atmosférica y de protección al ambiente existe la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), la cual integra a las 16 alcaldías de la Ciudad de México y un total de 224 municipios entre los estados de Hidalgo, Morelos, Puebla, Tlaxcala y Estado de México.

Sin embargo, en la gestión de residuos sólidos los planes del Gobierno capitalino son deficientes y desarticulados. Cada vez los proyectos para reducir los desechos giran en el vaivén político sin concretar medidas eficientes para evitar que la basura se siga enterrando en rellenos sanitarios -a punto de la saturación-.

De acuerdo con expertos, de las 13 mil toneladas de residuos sólidos que en promedio diario genera la CDMX, aproximadamente el 95% de éstos son enviados a cuatro rellenos sanitarios del Estado de México y uno en Morelos. Y el costo de traslado y del uso de esto depósitos es muy alto. El año pasado el costo para la Ciudad de México fue de 2 mil 800 millones de pesos.

En nuestra columna anterior (Divorcio por el plástico) señalamos que el 31 de diciembre de 2011 se cerró definitivamente la operación del último relleno sanitario de la CDMX: Bordo Poniente, y a nueve años de distancia no se tienen programas efectivos para reducción de los residuos sólidos urbanos, y es por eso que la mayor parte de los desechos que genera esta metrópoli terminan enterrados, pero en suelo de los estados vecinos.

Cada Gobierno dibuja planes para un aprovechamiento mayor de la basura, pero por diversos factores no se concretan. Por ejemplo, en la Administración de Marcelo Ebrard (2006-2012) se proyectó la creación de cuatro Centros Integrales de Reciclado y Energía (CIRE) y no sé concretó ninguno. En el Gobierno de Miguel Ángel Mancera (2012-2018) se planeó una planta de termovalorización para incinerar desechos y generar energía eléctrica, pero las actuales autoridades capitalinas lo rechazaron. Y ahora, en la Administración de Claudia Sheinbaum se lanzó el plan “Basura Cero”, para disminuir sistemáticamente la cantidad de residuos que se envían a los rellenos sanitarios, pero aún no hay resultados y los procesos no están claros.

Apenas este 7 de enero pasado se publicó en la Gaceta Oficial de la CDMX la convocatoria para que la Iniciativa Privada participe en el aprovechamiento de manera sustentable de los residuos sólidos urbanos y de los residuos de la construcción.

Recordemos que en julio de 2017 entró en vigor la Norma 24 que establece las medidas para la correcta separación de desechos urbanos, pero se cumple de manera desordenada, pues gran parte de la población no separa su basura, y los camiones la revuelven al trasladarla a su disposición final, lo cual impacta para reciclarla. De los 2 mil 652 camiones recolectores que tiene la CDMX, sólo 636 unidades cuentan con dos compartimentos para residuos orgánicos e inorgánicos.


La visión en esta materia sigue siendo corta; las autoridades optaron por combatir con toda fuerza legal a las bolsas de plástico en la ciudad, y han omitido impulsar un plan de manejo de residuos con dimensión de megalópolis.
Los rellenos sanitarios se agotan y aún seguimos con ideas a nivel de “parcelas”. Lo que pase con los estados vecinos parece no importar, al menos eso se percibe.