Crear conciencia social a través de la prohibición es una acción vertical y ruda, y que en ocasiones puede generar más resistencias que beneficios.
Ese fue el esquema que las autoridades del Gobierno capitalino asumieron al vedar las bolsas de plástico de un sólo uso –desde el pasado 1 de enero en la Ciudad de México tras las reformas a la Ley de Residuos Sólidos–, como una medida para evitar más afectaciones al ambiente.


Nadie pone en duda que se requieren compromisos en todos los ámbitos sociales para conservar los recursos naturales. Las sociedades necesitan de un ambiente limpio y sano para alcanzar desarrollos plenos.


Lo que ahora resulta cuestionable es por qué desde que se cerró el último relleno sanitario de la Ciudad de México (Bordo Poniente, el 31 de diciembre de 2011), no se impulsó un programa integral de reciclaje de los residuos sólidos urbanos, incluidos obviamente los materiales plásticos como las bolsas. Es la fecha en que aún el Gobierno capitalino traslada los desechos que genera la ciudad (en promedio diario 13 mil toneladas de residuos sólidos) a cinco rellenos sanitarios que se ubican en el Estado de México y en Morelos.


El problema de que las bolsas de plástico hoy contaminen el suelo y los cuerpos de agua se debe, principalmente, a la falta de programas de reciclaje, pues en la CDMX se dejó en segundo plano la disposición final de los desechos.

Es inconcebible que a la fecha no tengamos planes concretos para reutilizar el plástico como, por ejemplo, en el asfalto de las vialidades.
Países asiáticos, europeos y en el continente americano como Estados Unidos y Canadá, entre otros, reciclan los plásticos y los convierten en materia prima para el asfaltado y para materiales de la construcción.


Apenas este 7 de enero se publicó en la Gaceta Oficial de la CDMX la convocatoria para que la Iniciativa Privada participe en el aprovechamiento de manera sustentable de los residuos sólidos urbanos y de los residuos de la construcción.
Vamos a pasos lentos en la materia del reciclaje, y esto sin tomar en cuenta todo el proceso de la disposición final de los residuos urbanos, pues los desechos llegan revueltos a los rellenos sanitarios, y la efectividad para reciclarlos sufre alteraciones en su aprovechamiento. Y esto es también un problema a nivel nacional, pese a que en 18 estados del país ya se cuenta con alguna prohibición sobre el uso de los plásticos, pero la recolección y disposición final es deficiente.


Mientras, los empresarios de la industria del plástico se defienden y argumentan que este sector genera aproximadamente 30 mil millones de dólares al año y que generan cerca de 10 mil empleos, y que ahora con las prohibiciones tendrán impactos negativos. Y advierten que la única opción que les brindan las autoridades capitalinas de que sólo se permitirá el comercio de las bolsas compostables (que sirva para hacer abono orgánico o composta
), esto les implicará importar a muy alto costo materiales de China y Europa para fabricar este tipo de bolsas sustentables.


Además, sorprende que ni las propias autoridades de la Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX sabían que para fabricar las bolsas compostables se tiene que importar el material. Hace unos días prometieron que revisarían este caso. O sea, impulsaron reformas a una ley sin tener en cuenta todos los escenarios de este sector.
Ahora dichos empresarios piden que más que prohibir se regule el uso de bolsas, y hasta proponen que se retome el modelo que se aplica en el estado de California, donde se prohibió desde 2014 las bolsas de plástico, pero se permiten las bolsas de plástico gruesas, que llevan material reciclado, y que se pueden utilizar varias veces.
En tanto, a
 partir de este 20 de enero a quien se sorprenda comerciar, distribuir o entregar bolsas de plástico de un solo uso se le va a multar desde los 42 mil pesos hasta 168 mil 980.


Por lo pronto muchas personas ya no recolectan los desechos de sus mascotas en la calle, pues ya no tienen bolsas. Y los tiraderos a cielo abierto, que proliferan en las calles de la ciudad, volverán ser grandes focos de contaminación al estar los desechos sueltos y dispersos.
¿Era necesario prohibir?