Cada vez se reafirma con mayor fuerza que el planeta se sigue calentando por las emisiones de los gases de efecto invernadero, producto de la quema de los combustibles fósiles. El cambio climático continúa enviando señales a la biodiversidad, aunque hay sectores del ámbito humano que han preferido ignorar o cuestionar esas alertas.

Este año los incendios forestales en el planeta han sido más potentes y de mayor duración, casi todo el año ha estado ardiendo la superficie natural. Los casos más impactantes se registraron en Australia, California (Estados Unidos), Bolivia, Brasil (la Amazonia, el bosque tropical más grande del mundo), Chile, India, Rusia, China, Congo, Portugal, Francia, España y México, entre otros.


Simplemente en nuestro país, durante la primera quincena de mayo pasado, se registraron 77 mil 315 alertas por siniestros forestales, según reportó el Observador Global de Incendios Forestales (GFW, por sus siglas en inglés), lo que ubicó a México en segundo lugar mundial en esta medición, sólo por debajo de Rusia.

A nivel mundial se incrementaron las peticiones de ayuda para contratar aviones y helicópteros cisterna para sofocar los intensos incendios en los bosques, pues el combate a nivel de tierra ha resultado insuficiente.

Lamentablemente en el caso mexicano, con los recortes presupuestales en áreas estratégicas, como en la Comisión Nacional Forestal (Conafor), la vulnerabilidad irá en aumento, y estos siniestros forestales serán más frecuentes y más agresivos en los próximos años, pues el cambio climático ha generado bruscas variaciones en el patrón de lluvias, prolongando más las sequías. Además, debemos considerar a todo esto otros fenómenos meteorológicos que siempre han estado presentes en el planeta.

Los científicos han señalado que este año no sólo el cambio climático sigue impactando al planeta, sino que también el fenómeno meteorológico El Niño ha traído más sequías y más calor a nivel global (el cual ocurre a lo largo del Ecuador, principalmente en la superficie del Océano Pacífico, de acuerdo con la NASA), y existen proyecciones de que este fenómeno mantenga su influencia en los primeros meses del 2020.

El director del Climate Institute México, Luis Roberto Acosta, me precisa que la Tierra ha experimentado muchos cambios en la temperatura a lo largo de su historia por cuestiones naturales, pero ahora el clima está cambiando por mantener una economía basada en el uso de los combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo), y esto provoca que las emisiones de carbono permanezcan más tiempo en la atmósfera, generando más calor y elevando la temperatura global.

Tal vez las economías no se podrán cambiar de la noche a la mañana para descarbonizarlas, pero sí es el momento en que los proyectos de nación, como el de México, entren a la dinámica de acelerar el uso de las energías renovables con metas claras y cuantificables que vayan más allá de la política sexenal y de partido; además de afianzar programas de mitigación que no resulten afectados por decisiones políticas.

Este 2019 ha sido un año muy caliente y ya nos dimos cuenta qué repercusiones hemos tenido en el mundo, pero en nuestro caso vamos en sentido contrario. Las autoridades federales siguen apostando a los combustibles fósiles, como en el siglo XX.