En 1919 se firmó el Tratado de Versalles, el cual puso fin a la Primera Guerra Mundial. En su contenido se encontraba la semilla de su propia destrucción, pues las medidas punitivas que se aplicaron a Alemania fueron tan severas que terminaron favoreciendo las condiciones de ebullición que allanarían el terreno para que en el mundo explotara un segundo conflicto de proporciones devastadoras. La falta de sensibilidad de quienes firmaron el Tratado, adormecida por los estragos de la Gran Guerra, no permitió comprender que para que los acuerdos funcionen tienen que ser equilibrados, por muy difícil que esto resulte.

En toda negociación que realmente busque fijar los cimientos de la cooperación entre países existen límites que las partes no pueden cruzar: líneas rojas que, de ser transgredidas, generarían que los acuerdos fueran impuestos, pero no consensuados. Por ello, de la efectividad con la cual se defienden estos límites depende el éxito de los tratados y de los acuerdos en ellos vertidos.

La reciente negociación en torno al Tratado Comercial entre México, Estados Unidos de América y Canadá (T-MEC) brinda un claro ejemplo de la importancia de tener claridad respecto a dónde se ubican estas líneas, de tener elementos para defenderlas y, sobre todo, de recordar que de hacerlo depende en parte el éxito comercial del país. En este sentido, lo logrado por el equipo negociador nacional para hacer valer los intereses de México en materia laboral, ambiental, de protección de patentes y de productividad fue de suma importancia, al haber alcanzado un consenso que proteja nuestros intereses y, al mismo tiempo, genere un marco de cooperación que pueda ser duradero y benéfico para los firmantes.

En materia laboral, no solamente se evitó la introducción de agentes verificadores estadounidenses, sino que se lograron sentar las bases para la instauración de paneles de jurisdicción regional, un instrumento de resolución de controversias balanceado y justo que México había intentado instaurar desde el TLCAN. Los acuerdos ambientales son también benéficos para la nación pues, entre aspectos, se refinanciará al Banco de Desarrollo de América del Norte (NADBANK), para poder invertir en proyectos enfocados en el cuidado del medio ambiente en nuestro país.

En lo referente a la protección de patentes de biomedicamentos, se logró disminuir el tiempo de protección de patentes, lo que permitirá a la población adquirirlos a precios más accesibles. En lo relacionado con las reglas de origen del acero y el aluminio, nuestro equipo negociador consiguió establecer un periodo de transición aceptable para la industria del acero, y descartar los cambios para la industria del aluminio.

Afortunadamente, nuestro equipo negociador ha hecho un excelente trabajo. El resultado, vertido en el protocolo de modificación del T-MEC, es balanceado para los tres países. No fue una negociación fácil ni corta, pero se están construyendo las que serán las bases de nuestro comercio durante la siguiente década. Ahora corresponderá al Senado de la República revisar y, en su caso, aprobar estas modificaciones. Es un compromiso y una responsabilidad de gran magnitud, por ello lo haremos de manera responsable, permaneciendo siempre vigilantes de que ninguna línea roja haya sido transgredida.

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