Hoy muchas parejas mexicanas que forman familias y muchos jóvenes que se independizan les toca decidir dónde vivir. Algunos rentan y otros buscan comprar. La elección de dónde vivir impactará directamente en su calidad de vida. Por el tiempo que harán al trabajo, por la seguridad de la zona, por su cercanía a cosas como parques, restaurantes y bancos, entre otros, y claro por el precio. Y es que el costo de la vivienda se ha disparado en los últimos años debido a la poca oferta contra la gran demanda. Si bien todos quisiéramos en el lugar de nuestros sueños, la verdad es que no todos los lugares se ajustan a nuestros bolsillos.

Recientemente el Gobierno de la Ciudad de México anunció un programa para promover la oferta de vivienda asequible en ciertos corredores de la ciudad a través de incentivar a los desarrolladores a ofrecer departamentos a precios por debajo del mercado para quienes más lo necesitan. Esto a cambio principalmente de menores tiempos en trámites de permisos y la exención del pago de algunos impuestos y derechos de tal forma que el esquema sea atractivo.

Entre los puntos a destacar del programa se encuentra el que los corredores están ubicados en zonas centrales de la ciudad, cercanos a fuentes de trabajo y de transporte. También lo es el que muchos de ellos se sitúen en zonas de la ciudad que pueden ser revitalizadas si se canaliza de forma transparente la inversión del propio desarrollo inmobiliario para complementar la vivienda con mayor comercio local, reforzar la infraestructura local, mejorar el equipamiento urbano local (como parques y áreas verdes) y, por lo tanto, incrementar la calidad de vida tanto de quienes llegan a vivir, como de los que ahí ya habitan.

Aunque el programa está bien pensado de inicio, su implementación seguramente presentará retos importantes. El primero es que los incentivos que se plantean deberán actualizarse conforme el mercado evolucione o se volverán obsoletos poco a poco. El segundo es que la capacidad de coordinación entre las distintas instancias gubernamentales será vital pues si los incentivos que deben dar algunas se vuelven difíciles “de bajar”, o si los permisos que deben dar otras no se dan en los tiempos acordados, pronto, los inversionistas perderán la confianza.

Otro reto que remarcar es la criticidad de comunicar claramente las “reglas del juego”, de tal manera que, tanto la sociedad civil como la iniciativa privada puedan contar con la certidumbre necesaria para llevar acabo las inversiones eficiente y armónicamente. También, si se elimina la discrecionalidad de la autoridad en la aplicación de la norma y de los beneficios, se cierra la puerta a cualquier acto de corrupción.

Considero que es un buen primer paso pues cualquier esfuerzo adicional para llevar vivienda al mercado es bienvenido (el rezago habitacional año con año acumula más de 25 mil viviendas que se requieren y no se ofrecen). Sin embargo, los corredores no serán suficientes para atender la demanda que realmente existe si no viene acompañado de mayores zonas para construir (previa planeación urbana), lo que pronto propiciará que vuelvan a encarecerse las viviendas. La realidad es que el mejor mecanismo para hacer a la vivienda más asequible sería promover su oferta a todas escalas, en todos los segmentos y en donde más se necesita. Mientras la oferta sea menor a la demanda los precios incrementarán. Es decir, programas como este ayudan y orientan a la oferta si y solo sí, el resto del mercado también se incentiva.

*Especialista en vivienda y movilidad