“Es absolutamente posible un modelo de desarrollo económico que sea sostenible e inclusivo”, advirtió António Guterres, secretario general de la ONU, en la Cumbre de la COP25 que se realiza desde el pasado lunes en Madrid, España.

Los últimos cinco días podrían distinguirse de los del resto del año por el interés que los líderes mundiales han mostrado ante el cambio climático, así como las distintas visiones y alternativas para emprender una verdadera defensa del medio ambiente.

Si bien, en Madrid se discuten los temas globales, México podría ser uno de los ejemplos del “piensa global y actúa local”, pues el Senado ha preparado la firma de un acuerdo que resultará histórico, dado que incorpora a las más grandes empresas productoras de plástico a un compromiso para la reducción y reutilización de los residuos.

Será hoy a las 11 de la mañana cuando el coordinador de los senadores Ricardo Monreal y el priista, Jorge Carlos Ramírez Marín, logren que empresas de la talla de Coca-Cola, Unilever, la Asociación Nacional de la Industria Química y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), entre muchos otros, firmen el Acuerdo Nacional por la Nueva Economía del Plástico en México, con lo que asumirán compromisos medibles y progresivos para la reducción de plástico y el aumento de reciclaje.


En la creación de este acuerdo, también estuvieron involucrados el presidente de la Comisión de Medio Ambiente en el Senado, Raúl Bolaños; la panista Xóchitl Gálvez y el coordinador del PRD, Miguel Ángel Mancera, quienes a pesar de los desacuerdos coyunturales y los desencuentros entre partidos, lograron trabajar en conjunto para la construcción de un acuerdo que destaca por tratarse del primero en su tipo, toda vez que a nivel mundial es el único impulsado y creado desde el Legislativo.


Según la información más reciente de la COP25, la “Economía Circular”, sustento del pacto que firmará la industria mexicana y el Congreso, es un sistema que busca la reducción en el consumo y desperdicio de bienes (en este caso de plástico) maximizando su uso y generando alternativas de reuso, reciclaje y disminución de la explotación de materias primas.


Se estima que en México se recicla entre 7
% y 12% del total de residuos plásticos, es decir, que tanto programas y políticas públicas no han sido suficientes para resolver la problemática, de ahí la importancia de atender la situación desde un cambio sistémico que elimine las causas desde la raíz, y transitar paulatinamente hacia una economía circular en el que el residuo tenga un valor y sirva para su aprovechamiento.

 

Por ello, el Acuerdo establece metas progresivas para que en 2030 los empaques y envases sean reutilizables, reciclables, compostables o aprovechables al 100%, mientras que la prohibición del uso de microplásticos añadidos intencionalmente para exfoliar, pulir o limpiar finalice en 2022.

 

Las estimaciones más optimistas apuntan a que de continuar al mismo ritmo, en 2050 habrá más plástico que peces en el océano, mientras que las islas de basura plástica superarán en tamaño al territorio de varios países, por ello, el Senado espera que la firma del Acuerdo sea un arranque para crear de manera conjunta con las organizaciones civiles, la academia y la industria una legislación realista, alcanzable, que las metas no queden en letra muerta, sino que existan avances contundentes para limpiar al país de residuos plásticos.