La seguridad pública nacional se ha convertido en un asunto político, con decisiones que buscan ganar más simpatías, que dar una solución real al problema.

Quienes han estado presentes en alguna reunión del gabinete de seguridad comentan que ven a un Alfonso Durazo que expone información más como secretario particular que como secretario de Seguridad, que en lugar de buscar resolver o proponer temas para tratar de revertir las cifras de los delitos, trata de complacer a su jefe.

Y si se toma en cuenta que el Secretario de la Defensa se ve opacado por el gran político que es Durazo, la cosa se pone más complicada cuando se tomar decisiones y armar estrategias se trata. Los intereses políticos opacan a las necesidades técnicas.

De ahí que en algunos sectores de las Fuerzas Armadas y entre especialistas en seguridad se hable de una “hipótesis” sobre el caso de Ovidio Guzmán que puede ilustrar lo catastrófico de una política de seguridad supeditada al mero interés político.

Según esa “hipótesis”, es muy probable que hayan intentado detener a Ovidio, cuya solicitud de extradición ya tenían en la mesa, con la finalidad de tratar de sobreponer la imagen del Gobierno a la cadena de golpes que había sufrido el área de seguridad en los días anteriores a la crisis de Culiacán.

Hay que observar la línea de tiempo: El país venía de temas como Aguililla, Michoacán, en donde masacraron a 13 policías, el 14 de octubre; el enfrentamiento en Tepochica, en Guerrero, en donde murieron 15 personas, entre ellos un militar, el 15 de octubre… y luego vino el 17 de octubre, día en que según la propia información oficial, muy contradictoria hasta el momento, se trató de cumplimentar una orden de captura con fines de extradición.

Si ponemos en ese contexto el operativo de la aprehensión de Ovidio Guzmán, parece un intento de dar un golpe espectacular en medio de enfrentamientos con bajas importantes en las Fuerzas Armadas. La decisión pareció tener más una finalidad política que técnica.

Y es ahí en donde se dice que el Presidente ha mostrado con Alfonso Durazo aquel lado que se le critica a Benito Juárez y que se basa en la frase: “A los amigos, justicia y gracia. A los enemigos, la ley a secas”.

Y no es que el jefe de Ejecutivo no tenga en sus planes removerlo, sino que busca darle una salida digna y reubicarlos en “una nueva responsabilidad en donde pueda colaborar aún más por la Patria”.

#LoboSapiens

Justo cuando los delitos de alto impacto tienen tienen un 31% a la baja en Quintana Roo, aún con el retiro de efectivos militares que fueron integrados a la Fuerzas Armadas, un comando atacó al director operativo del Mando Único en Tulum y lo mató. El combate a la delincuencia organizada en esa entidad ha tenido éxito, pero como sucedió en Culiacán, antes de que estallara la crisis, militares y marinos fueron enviados a otras zonas del país y dejaron vulnerables las entidades en donde se encontraban.