Al menos 29 muertos y 230 heridos dejó ayer la represión de fuerzas militares contra manifestantes antigubernamentales en la ciudad de Nasiriya, en el sur de Iraq, en el día más violento desde que iniciaron las protestas a principios de octubre en Bagdad y otras localidades del sur del país.

Las fuerzas de seguridad abrieron fuego y lanzaron gases lacrimógenos contra las personas que se manifestaban en Nasiriya, situada a orillas del río Éufrates a 370 kilómetros al sur de Bagdad.

El incidente se produce luego que el ejército iraquí desplegó tropas para “restablecer el orden” en las provincias del sur de Iraq, un día después de que el consulado de Irán en la ciudad sagrada de Najaf fuera atacado e incendiado por los manifestantes, en protesta por la interferencia de Teherán en la vida política del país.

El Gobierno de Irán condenó el ataque contra su consulado y “exigió una acción decisiva, efectiva y responsable (…) contra agentes y agresores destructivos”, de acuerdo con el canal catarí Al Yazira.

El gobernador de la provincia de Dhi Qar, Adel al-Dukhali, pidió al primer ministro iraquí Abdul Mahdi que retirara a los comandantes militares enviados a Nasiriya, a los que responsabilizó de la violencia en su capital.

Demandó además una investigación sobre lo que describió como un uso “inaceptable” de la fuerza contra los manifestantes.

En el marco de la mayor crisis social de Iraq en su historia reciente, los manifestantes demandan una reforma del sistema político y la renovación de la dirigencia del país -dominada por chiitas-, que califican como corrupta e ineficiente. Los disturbios han causado hasta el momento 360 muertos y 15 heridos.

LEG