Todos los días las mujeres mexicanas -estudiantes, profesionistas, madres e hijas- nos enfrentamos a situaciones y entornos de violencia de distintos tipos: física, psicológica, sexual, económica, simbólica, entre otras, que parecen haberse normalizado, en donde la intimidación es la mejor arma para mantener el silencio y en, muchas ocasiones, para culparnos y estigmatizarnos por ser quienes somos.

Como cualquiera, nosotras solo queremos vivir sin miedo, desarrollar nuestras actividades con seguridad, libertad y respeto a nuestra dignidad, gozar de los derechos que tenemos para construir la vida que decidimos, acaso ¿es mucho pedir?

La realidad no corresponde con este deseo. No hay día que no ocurran ataques, acoso o asesinatos por violencia de género, en el trabajo, en la escuela, en la vía pública, entre parejas, familiares o conocidos, que cada vez son más frecuentes y que, además, refieren a devastadoras historias en donde las víctimas son cercanas a nosotros.

Malala Yousafzai dijo que “teníamos dos opciones: estar calladas y morir o hablar y morir, decidimos hablar”. “Ni una menos” es uno de los reclamos y movimientos sociales al que se han sumado millones de personas para frenar las atrocidades contra las mujeres y su impunidad.

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no podemos ignorar la persistencia y gravedad de este fenómeno, pues las cifras hablan por sí solas.

Desde 2009, la Organización de las Naciones Unidas indicaba que hasta el 70% de mujeres experimentaba violencia en el transcurso de su vida. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud, en un informe de 2013, registraba que el 35% de las mujeres en el mundo habían sido víctimas de violencia física y/o sexual por parte de su pareja o de violencia sexual por personas distintas a ésta.

De acuerdo con el Informe Mundial sobre la Trata de Personas 2018, de la Oficina de las Naciones Unidas en contra de la Droga y el Delito, las mujeres y niñas representaban el 70% de las víctimas totales de este acto ilícito.

En la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del INEGI, a septiembre de 2019, la percepción de inseguridad era mayor en el caso de las mujeres (75.9%) que en los hombres (65.8%).

Según el Reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de Información sobre violencia contra las mujeres, a septiembre de 2019, la Ciudad de México ocupó el 5º lugar a nivel nacional en la incidencia del delito de feminicidio, con 40 víctimas de 726, sin dejar de considerar que muchos casos no se reportan.

La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, ratificada por México en 1998, establece la obligación de garantizar la recopilación de información que permita visualizar la violencia que sufren las mujeres.

Necesitamos cambiar los estereotipos que refuerzan las agresiones contra las mujeres y contra las personas. No debemos acostumbrarnos a los abusos, ni tolerar la discriminación, porque todas y todos tenemos los mismos derechos. Construyamos juntos, con valentía, una sociedad incluyente.

Nelson Mandela sostenía que deberíamos hacer frente a las raíces de la violencia, porque “sólo entonces transformaremos el legado del siglo pasado de lastre oneroso en experiencia aleccionadora”.

*Comisionada Ciudadana del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México.
Twitter: @navysanmartin