La Selección Mexicana Sub-17 se juega este domingo su pase a semifinales contra Corea, demostrando una vez más que talento y calidad existe en nuestro futbol y que el problema está en el desarrollo de estas promesas.

Cuando cada dos años que se efectúan estos torneos, fuera de nuestras fronteras se señala al tricolor como un rival de importancia y no sólo por los dos títulos conquistados en 2005 y en 2011, sino porque casi siempre la calificación a siguientes rondas está garantizada.

Después de 2011 la historia es la siguiente: en 2013 subcampeones, con la duda de siempre si Nigeria realmente cumplía con el reglamento.

En 2015 se logró llegar a cuartos de final. En 2017 se llegó a octavos y en 2019 ya se está en cuartos de final.

Esto quiere decir que de los últimos cinco torneos siempre se calificó y en cuatro se llegó al famoso quinto partido e incluso más lejos.

Para el domingo se le señala como favorito, porque ya se ganó a Japón, campeón asiático y favorito al título. Sin embargo, espero que el equipo no se llene de confianza y siga en ascenso en su juego.

Pero el punto es: si somos en la Sub-17 un futbol tan competitivo y hay buenos jugadores, ¿qué pasa con su desarrollo y por qué no tenemos más estrellas si de niños destacan?

Este problema no es únicamente de México. Si se revisan las plantillas de los representativos nacionales en estas justas son pocos los que logran escalar hasta lo más alto del mundo futbolístico.

Claro que hay garbanzos de a libra. Jugadores que a esta edad ya están triunfando y se vuelven de los mejores, pero son pocos.
Los problemas de desarrollo son varios. Empezando por lo físico y mental al estar en pleno desarrollo y hay muchos cambios aún en sus próximos años.

Otros y muy graves son el medio ambiente, padres, amigos, grupos sociales y la poca preparación que hay para el éxito a esa edad.
Luego el llamado “embudo”. Solo los muy buenos logran dar el salto directo a los equipos del máximo circuito. Y se estrellan en ese “embudo” donde se encuentran luchando contra los mejores de 17, 18, 19 y 20 años que luchan por debutar y los Sub-17 están en franca desventaja.

Súmele en México la gran cantidad de extranjeros y la salida a las grandes ligas es cada vez más difícil. Si ayudan en su desarrollo los equipos Sub-17, Sub-20 y Segunda Premier. Pero no tienen la continuidad necesaria y la competencia de alto nivel que ayuda al desarrollo de cada uno de ellos.

Algunos equipos como América, Santos, Chivas, etcétera, están mandado a sus promesas a la liga de ascenso buscando un mejor roce y superación de juego, en algunos casos funcionó como con Córdova y Edu Aguirre, pero otros se estancan y ya no salen de ahí.

Vean algunos ejemplos de nuestras Selecciones Sub-17, pocos han “triunfado”. 2011: Briseño, Arturo González y Carlos Guzmán. 2013: Gudiño, Erick Aguirre, Omar Govea, Ulises Rivas y el güero Diaz.

2015: Alan Cervantes, Eduardo Aguirre, Kevin Magaña, Ricardo Marín y Kevin Lara. 2017: Diego Lainez, Cesar Huerta, Ian Torres y Carlos Guerrero.

Ojala en poco tiempo se destapen muchos más, pero el problema no es sencillo. Suerte México el domingo.

LEG