Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres

Devin LeBaron salvó a sus hermanos revelando una claridad, entereza, educación y un valor ejemplar. En el polvoso camino chihuahuense, corrió este lunes con sus hermanos guiándolos y escondiéndolos mientras se alejaba con ellos de donde se incendiaba el vehículo en que murieron Rhonita y cuatro niños, dos de ellos menores de un año, así como, un poco más lejos, dos mujeres y dos pequeños más que yacían próximos a la camioneta perforada por las balas.

Una de las mujeres asesinadas era Cristina, su madre.

A sus trece años de edad, Devin dejaba atrás los cadáveres de nueve de sus familiares, descendientes de aquellos mormones que viven en México desde los años veinte del siglo pasado y han crecido alrededor de la disciplina de una comunidad desde muchos puntos de vista ejemplar: por denunciar al crimen organizado, resistir invasiones de organismos sociales que buscan apoderarse de sus bienes y enfrentar las amenazas de los integrantes de otras comunidades.

La tragedia de la inseguridad es la tragedia de familias sin protección alguna ante la violencia y ante la impunidad que es el caldo de cultivo de los organismos criminales de alta peligrosidad que pululan, y se disputan, regiones del territorio nacional.

En una agresión reveladora de la profundidad y extensión de la violencia criminal que lastima a nuestro país desde hace décadas así como, paradójicamente y gracias a Devin, de los valores constitutivos del México requerido para salir adelante; este adolescente es una figura ejemplar.

Devin simboliza una esperanza de México: actuar, proteger, guiar, salvar. Incluso ante la más cruel expresión de la criminalidad: los delincuentes son el enemigo a vencer.

Él caminó más de seis horas, casi 22 kilómetros con un shock que es imposible de imaginar luego de que escuchó el tiroteo, la explosión que calcinó el vehículo de Rhonita y encontró resguardo de los integrantes del grupo criminal que asesinó a bebés de meses.

Ahí inició una épica de solidaridad y coraje ejemplar para todos, a favor de los sobrevivientes de uno de los ataques más inverosímiles ocurridos en México.

El crimen colectivo contra la familia LeBaron constituye una nota global acerca de la violencia en México, considerando no solamente la brutalidad de la masacre contra personas absolutamente indefensas sino el que las víctimas son integrantes de una comunidad religiosa y estadounidense que motivó ya la movilización retórica del presidente de EU, Donald Trump, ofreciendo ayuda para fortalecer la seguridad, y las expresiones de Gael García acompañadas por irritada simpatía.

En ese contexto, Devin demostró un humanismo y un ánimo cristiano de referencia para quienes tienen por encomienda asegurar la salvaguarda de las personas. Esa es la esperanza que nos une a pesar de todas las diferencias.

La justicia habrá de imponerse, como lo hizo a la masacre un suficiente y valeroso Devin LeBaron.