El Archivo Secreto del Vaticano, que contiene millones de documentos que abarcan 12 siglos de historia de la Iglesia Católica, ya no son oficialmente “secretos”… ni en el nombre.

El papa Francisco cambió el nombre de los archivos, que incluyen cartas sobre las solicitudes del rey Enrique VIII para divorciarse de Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena, que condujeron a la división de la Iglesia inglesa, en 1534, con la Iglesia católica en Roma.

También incluyen las actas originales del juicio de 1633 al astrónomo Galileo por parte de la Inquisición, que lo condenó por herejía por enseñar que la Tierra gira alrededor del Sol.

El Vaticano anunció ayer que el nuevo nombre será “Archivo Apostólico Vaticano”. Esto elimina cualquier posible “matiz negativo” de la palabra latina “secretum” que el Papa dijo -en un decreto-, está más cerca de “privado” o “reservado” que “secreto”, cuando los archivos fueron bautizados por primera vez, alrededor de 1610.

Los archivos no han sido secretos durante mucho tiempo: como la mayoría de los documentos estatales, están abiertos a investigadores calificados después de un período determinado.

Los archivos están abiertos hasta el período del pontificado del Papa Pío XI, que finaliza en 1939.

Los del papado de Pío XII (1939-1958) estarán a disposición desde marzo, algo que la comunidad judía espera con ansia.

Muchos judíos dicen que Pío no hizo lo suficiente para ayudar a quienes enfrentaban la persecución de la Alemania nazi.

El Vaticano sostiene que Pío eligió trabajar detrás de escena, preocupado de que la intervención pública empeorara la situación tanto para judíos como para católicos en los tiempos de Hitler.

Cuando Francisco anunció la fecha de apertura de los archivos de Pío XII, dijo que su legado había sido tratado con “algunos prejuicios y exageraciones”.

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