Omar Sánchez de Tagle
(@osdtagle)

Tras los hechos ocurridos la semana pasada en Sinaloa en donde hubo un “operativo fallido, para detener a uno de los principales objetivos que busca el Gobierno de Estados Unidos y que ahora con los hechos se muestra como una organización criminal más organizada y con mayor poder al esperado.

Es interesante saber cómo es que ese Gobierno de aquel país está viendo y analizando la problemática del combate al crimen organizado, por parte de nuestras autoridades. Sobre todo por los apoyos económicos y estrategias que suelen hacerse de manera bilateral.

De acuerdo al último documento elaborado por el Servicio de Investigación del Congreso estadounidense, hasta septiembre pasado, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador
no había dado muestras de una clara estrategia contra el crimen, además de que el documento alerta que existe una clara “ausencia de inteligencia táctica y de conocimiento sobre la forma en que se han fragmentado los grupos criminales en México”, sumado a ello señala que no hay una forma específica de actuar contra cada grupo criminal.

El informe expone la preocupación que tiene el Gobierno estadounidense y sus congresistas por el “olvido en que se tiene a los diversos cuerpos policiacos estatales del país, quienes siguen mezclados con la corrupción y los grupos criminales”.

Donde resulta revelador el informe elaborado por el área de inteligencia del Congreso de los Estados Unidos y que en su momento ( hace menos de un mes) fue compartido con las autoridades mexicanas, es justo en la valoración que realizaron del cártel de Sinaloa.

El documento expone que si bien Joaquín El Chapo Guzmán está preso y sentenciado, la organización delictiva que dirigía “sigue representando un gran problema para ambos países, ya que Ismael Zambada García, alias El Mayo, y socio de El Chapo sigue dirigiendo a la organización”.

El análisis refiere que para el Gobierno de Estados Unidos la estructura del cártel de Sinaloa sigue siendo muy estructurada y por tanto siguen controlando diversos territorios, con lo cual han logrado en los últimos meses “conformar una red descentralizada de jefes que realizan negocios y violencia a través de alianzas entre ellos y pandillas locales”.

Respecto a las pandillas o grupos de sicarios locales que trabajan para esta organización, el Gobierno de los estadounidense refiere que su preocupación se basa en que estos pequeños grupos “se especializan en operaciones específicas y luego son contratados por la red cártel de Sinaloa para concretar sus negociaciones”.

Lo interesante es que en los reportes tanto de la DEA como de inteligencia del Departamento de Estados Unidos se expuso la necesidad en las últimas semanas de un fuerte golpe a esta organización, pues detectaron a través de sus informantes que los hijos de El Chapo estaban bajo mucha presión, por parte de las otras organizaciones, lo que los convertía en objetivos de mayor riesgo para la generación de violencia.

Quizás ello explicaría la forma en que actuaron las autoridades mexicanas al momento de montar un operativo que no fue del todo comunicado con los mandos y en donde se investiga que tanto intervino la DEA en la toma de decisiones.

Lo cierto es que tras la manifestación hecha por este grupo el pasado jueves, las autoridades de ambos países tienen claro que el cártel de Sinaloa sigue teniendo un efecto internacional y que continúa teniendo infiltrados dentro de los cuerpos de seguridad.