El fenómeno Yalitza Aparicio ya parece imparable y va mucho más allá de la industria del cine o la farándula. No debe extrañarlos, fascina cada vez más la irrupción en el panorama internacional de la chica oaxaqueña que en solo unos meses pasó de ser una maestra normalista a estrella de Hollywood, nominada al Oscar como mejor actriz por su papel en Roma. Yalitza rompe estereotipos y abre conciencias en un debate sociocultural que derriba fronteras.

“Be seen, get heard” (para ser escuchado hay que ser visto), suelen decir los estadounidenses, y el vertiginoso ascenso de la chica que le dio vida a Cleo en el filme del gran Cuarón nos hace pensar que tienen razón.

Yalitza fue vista con una mezcla de admiración y asombro por cientos de millones de personas en eventos tan globales, de la talla de la ceremonia de los Óscar, o Festivales de Cine tan prestigiosos como el de Venecia y de Toronto, sin olvidar decenas de portadas de moda que acaparó, un sinnúmero de entrevistas en todos los medios y su muy comentada aparición en el front row de la Fashion Week, en Nueva York, al lado de Nicole Kidman y Kate Hudson. Un escenario ideal para que los diseñadores de lujo la bautizaran como “la Frida Kahlo millennial”.

Tras posar frente a tantos reflectores glamour, ahora Yalitza salta a un nivel superior, va a ser escuchada y galardonada en un ámbito institucional de primer orden mundial, ni más y menos que en la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), concretamente en la sede de este organismo en París.

La UNESCO decidió designar a la mexicana Embajadora de Buena Voluntad por su compromiso con la defensa de los pueblos indígenas y la igualdad de género. No es cualquier reconocimiento, solo personalidades sobresalientes, con talento y estatus para promover objetivos de la ONU aparecen en la gloriosa lista de “Embajadores de la UNESCO”. Mencionemos tan solo a la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, la bailarina cubana Alicia Alonso y la actriz italiana Claudia Cardinale, incluidas en el ilustre repertorio al que se suma esta semana la joven mexicana orgullosa de sus raíces.

Yalitza inspira, Yalitza hace llorar, Yalitza motiva a luchar y a romper clichés. En menos de un año hizo algo que no ha sido capaz de hacer en varias décadas todo un ejército de líderes políticos: golpeó saludablemente, con ternura y don de gente, la conciencia de un mundo lleno de sufrimientos de los marginados y excluidos. En todos los continentes.