Félix Hernández Gamundi creció en medio de historia y debates políticos por parte de sus abuelos; él villista y ella carrancista. Aguerrido desde pequeño, cuando lidiaba con el caballo de su padre para poder montarlo, fue miembro fundador del Consejo Nacional de Huelga y preso político tras el movimiento estudiantil de 1968

Su adolescencia la paso con idas y venidas entre Veracruz y la Ciudad de México, estudio en la Vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional cuando tenía 17 años, “llegué en 1964. Mi idea era ir al Politécnico, estudiar ingeniería y regresar a Pemex, ese era mi plan de vida. Me vine solo para acá y llegué a vivir a una casa de huéspedes”, recordó en entrevista para 24 HORAS

Félix incursionó en la política desde el bachillerato, cuando comenzó a trabajar en el grupo cultural ‘Ateneo Miguel Bernal’, donde figuró como presidente de 1967 a mediados de 1968, posteriormente fue postulado como candidato a la secretaría general de la sociedad de alumnos, que era el puesto más alto de la sociedad politécnica. A pesar de que el panorama no era claro, lo que sí podía entenderse, era una actitud de violencia  y agresión por parte de la federación, ante lo cual, el estudiantado nacional debía mostrarse solidario entre sí. 

Durante el movimiento estudiantil de 1968, fungió como representante del Consejo, pero no era de los seleccionados para dialogar con los representantes del gobierno el 2 de octubre, su enmienda era solo participar en el mitin. 

“El presidente Díaz Ordaz  había nombrado dos representantes para dialogar con una comisión del Consejo Nacional de Huelga y revisar el pliego petitorio. Nombramos una comisión y se acordaron tres reuniones el día 2 en la mañana, lo cual sembró una lucecita de optimismo. De suerte que ese día en la mañana el Consejo Nacional de Huelga se reunió en la ESIME, en Zacatenco, ahí decidimos nombrar a los oradores para el mitin y se tomó el acuerdo de que en el tercer piso sólo debían estar aquellos que tenían una comisión particular, cosa que obviamente todos desobedecimos sin decir nada. El interés, la curiosidad y todo, fueron mayores que el acto de disciplina del Consejo y muchos de nosotros fuimos.”

Durante el mitin, Félix se encontraba en el cuarto piso del Edificio Chihuahua, donde escuchó balazos sin saber de dónde provenían. Cuando bajó un piso vio a “la gente del guante blanco en la mano izquierda”, como él lo describe, gritando ‘Batallón Olimpia, no disparen’ para prevenir su llegada a los militares, mientras ambos grupos disparaban en dirección a la plaza.

En los intervalos entre la balacera y la inactividad y el silencio, muchos miembros del consejo, incluido Félix, se refugiaron en departamentos. Alrededor de la media noche, él y sus compañeros fueron trasladados por elementos uniformados a departamentos que se notaba que habían sido vaciados en días anteriores y habilitados como centros de retención, donde los aprehendieron y maltrataron.

“Los compañeros que fueron detenidos en la plaza con propaganda o botes de dinero los fueron pasando enfrente de nosotros preguntando que si reconocían a alguien como miembro del Consejo, y ahí hubo actos heroicos porque había muchos compañeros evidentemente conocidos, compañeros que conocían a más de uno de nosotros y soportaron la tortura y los golpes pero jamás dijeron ‘sí, a él lo conozco’, fueron cosas muy heroicas, muy estremecedoras”.

Entre insultos, mentadas de madre y golpes, a punta de bayoneta y sin idea de a qué lugar los llevaban, fueron transportados al campo militar, de donde unas semanas después saldrían camino a la prisión de Lecumberri

“Llegamos (a la prisión) y éramos los ‘chavos fresas’ pero inmediatamente después éramos los valedores, y en el lenguaje de la cárcel y de aquel entonces ‘los valedores son el que es cuate, el que es amigo, el que es solidario’. Ellos (los reos) al principio nos apoyaron con esa idea de que éramos los chavos fresa que había que cuidar, pero la policía trató de apretarnos y de continuar la represión ahí mismo. La cárcel es tremendamente represiva, violenta y autoritaria, entonces nosotros íbamos organizados y rápidamente nos revelamos en contra de la policía al grado de que ésta muy rápidamente se sometió. Entonces empezó a haber una camaradería y un acto de solidaridad recíproco entre reos comunes y nosotros, no era fácil meterse con nosotros, se fueron construyendo ahí relaciones, primero de solidaridad recíproca y luego de amistad”.

Durante dos años y medio, Félix y otros tantos permanecieron privados de su libertad, como presos políticos, pero él lo cuenta como una de las etapas más importantes de su vida. 

“Yo suelo decir que nosotros fuimos detenidos de manera ilegal, sin una orden de aprehensión, sometidos a un proceso ‘de a mentiritas’, hoy se diría sin el debido proceso, sin pruebas de nada, sin testigos y sin acusadores. Luego nos liberaron igual, agotaron todas las instancias y ya que habían agotado todo, el Ministerio Público desistió de las acusaciones cuando ya legalmente no tenía derecho de intervenir en los expedientes y así nos liberaron”.

Gamundi no cree que el 68 mexicano haya sido protagonizado por una lucha estudiantil en vano, sino más bien como una victoria que ha ido en progreso. 

”Yo  digo que sí es una victoria que se fue construyendo a lo largo del tiempo hasta nuestros días, la nuestra no era una lucha armada, no era militar. La nuestra era con la constitución en la mano, era una lucha en defensa de derechos; tan no fuimos vencidos, que el gobierno fue resolviendo de uno por uno todos los puntos del pliego petitorio”.

El Ingeniero Gamundi, cree que el país se encuentra en un momento de grandes posibilidades y que los jóvenes tienen en sus manos el poder para hacer política. 

“Estamos en un momento donde podemos transformar el país y debemos hacer política, recoger la experiencia de nuestra historia reciente. El 68, a pesar de cumplir 51 años, en  términos históricos está muy cerca y hay grandes valores que hoy lo que necesitamos es como pueblo, como jóvenes, como mexicanos, rescatar nuestra capacidad de soñar y construir nuestra capacidad para edificar nuestros sueños, ese sería mi gran consejo”, concluyó.

 

PL