Cuando miles de profesores de la CNTE habían tomado el Zócalo de la CDMX para forzar al gobierno federal a responder a sus demandas, le preguntamos al entonces jefe de Gobierno Miguel Mancera por qué no los desalojaba.

Habían pasado ya varios meses de la ocupación y no había para cuando levantaran el campamento que había provocado graves afectaciones a los comercios de la zona.

Mancera respondió que el asunto era federal y, que en todo caso, él no pasaría a la historia como un jefe de gobierno “represor”.

Suponemos que Claudia Sheinbaum piensa igual, de otra manera no se explica cómo es que la marchas de los pasados jueves y sábados, terminaron exhibiendo una falta de autoridad absoluta para contener a los manifestantes que vandalizaron comercios y edificios públicos.

El enojo social contra la jefa de Gobierno tiene sustento y es comprensible.

De entrada ya no hay cuerpo de Granaderos, que servían para contener estas manifestaciones y los policías que debían sustituirlo no tienen la preparación requerida.

Tenemos una policía contenida, limitada por sus propios jefes, a ser meros espectadores de la destrucción de todo lo que se encuentran a su paso.

Sheinbaum condena en papel los actos que debió prever con meses de anticipación.

Y, aún cuando fuera cierto la versión que dejaron correr desde el gobierno central de que los encapuchados y encapuchadas “eran provocadores contratados para hacer destrozos”, la responsabilidad de la jefa de Gobierno no está eximida.

Pregunte a cualquier persona de la capital o de fuera de ella que vivieron y vieron por televisión los destrozos que se causaron en las dos marchas y la sentencia popular es que tenemos una ciudad sin ley.

Sheinbaum tiene que leer con cuidado lo que ocurrió en estos dos eventos, sobre todo el jueves cuando un grupo de comerciantes se agrupó y retó a los supuestos anarquistas –bautizados ahora conservadores en la homilía presidencial- a tratar de pasar por sus comercios.

¿Cuánto falta para que se de un enfrentamiento entre los que “protestan’’ y los que defienden sus propiedades?

Viene el 2 de Octubre y con los antecedentes de las marchas de la semana pasada y sus resultados, sería imperdonable que el gobierno de la capital no tomara las acciones preventivas.

Y correctivas cuando la marcha se transforma en el carnaval de la impunidad.

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¿Quién pagará a los comercios, bancos, hoteles, mini súpers, que fueron vandalizados, saqueados por los “anarquistas” ante la mirada entre temerosa y complaciente de la Policía?

Según los propietarios de los inmuebles los daños alcanzan el valor de los 100 millones de pesos.

Y como sabe los seguros no cubren daños “por actos vandálicos o protestas sociales’’.

¿Será que el gobierno de la ciudad pague a los afectados por no hacer su trabajo?

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Morena pinta para ser el PRD, al menos en las fórmulas para elegir a sus dirigentes nacionales.

En el casi extinto –sólo falta el acta de defunción- partido del sol azteca, cada elección de su presidente nacional terminaba en el Tribunal Electoral y dividiendo más a las tribus.

En el caso de Morena no se han podido poner de acuerdo para elegir el método de selección de su próximo presidente pues dos de los cuatro suspirantes cuestionan el padrón de militantes que aprobó el INE y por ello están impulsando la aprobación de una oscura y desconocida encuesta.

Aunque no está permitida en los estatutos, no parece importarles porque al final la encuesta se inclina simple y llanamente por lo que dice el Dedo Sagrado de ya sabe quién.