Como parte de la estrategia de reingeniería penitenciaria en Nuevo León y el cierre inminente del Penal del Topo Chico, anoche inició un operativo para trasladar a 900 internos hacia el Centro de Reinserción de Apodaca, en los suburbios del norte del Área Metropolitana de Monterrey.

 

Una a una, las personas privadas de su libertad fueron pasando por lista desde adentro de las celdas y ambulatorios hacia los patios del penal, para luego abordar los autobuses que los trasladarían a la penitenciaría de Apodaca. El cierre definitivo de Topo Chico será el próximo lunes 30 de septiembre.

 

El operativo de extracción inició a las 23:08 horas del miércoles con la participación de 300 uniformados de la Fuerza Penitenciaria y para los traslados, que continuaban hasta la madrugada de este jueves. En el dispositivo también participaron cerca de 400 elementos de Fuerza Civil del Estado, Policía Federal, Secretaría de la Defensa Nacional y Guardia Civil.

 

Para la vigilancia de las acciones se empleó un helicóptero que sobrevoló constantemente. Personal de Derechos Humanos del Estado de Nuevo León inspeccionó que la extracción de los prisioneros y su traslado estuviera dentro de las leyes y reglamentos.

 

Ante la salida de los internos, Topo Chico, generalmente violento y hacinado, lució lúgubre en gran parte de los ambulatorios, de donde salieron los internos dejando atrás toneladas de desperdicios, capillas destinadas a la Santa Muerte y leyendas en los muros, como una preponderante Zeta, en alusión a un grupo delictivo que durante años fue mayoría en ese centro penitenciario.

 

Muchos internos comentaron que estaban preparados para dejar Topo Chico, incluso hubo quienes pintaron dentro de las celdas la leyenda: “Adiós Topo”.

 

Algunos comentaron a Notimex que cuando ocurrió la masacre de 49 muertos y 39 heridos en febrero de 2016, solo trataron de encerrarse en sus celdas y pidieron al cielo que no fueran a buscarlos, porque escuchaban los gritos de terror de vecinos donde había ataques e incendios provocados.

 

Como en el Ambulatorio C, donde todavía pueden verse en el piso las manchas negras carbonizadas, porque en esas celdas prendieron fuego a un grupo de integrantes de un grupo delincuencial.

 

El orden en que fueron saliendo los 900 internos no tiene comparación con el pasado radical de este centro penitenciario, que será cerrado el próximo lunes.

 

PAL