Cuarenta grupos defensores de la ecología preparan una cruzada nacional en contra de la construcción del Tren Maya y la refinería de Dos Bocas por representar un atentado a la naturaleza.

Entre las organizaciones convocantes se encuentran Greenpeace y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, quienes aseguran que tan sólo la construcción del Tren Maya significará la deforestación de 1,500 kilómetros de selva, lo que provocará una catástrofe ecológica.

Sobre Dos Bocas, las organizaciones ecologistas aseguran que se devastarán en 704 hectáreas –de hecho ya se acabó con los manglares del área- en donde estarán en riesgo de desaparecer 19 especies de mamíferos, reptiles y aves.

Pero lo que está a dabate será el papel que juegue el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Víctor Manuel Toledo Manzur, cuya formación académica ha sido a favor de la naturaleza.

Toledo Manzur, desaparecido de los medios desde hace meses, tendrá que emitir el visto bueno para la construcción de ambos proyectos, vitales en el programa de gobierno de López Obrador.

¿Qué hará el ecologista? ¿Responder a sus principios o al encargo político que le dieron para avalar las dos obras?

No se trata de un asunto menor pues el daño que podría causar la deforestación de la reserva de Calakcmul tendría en nuetro país el mismo impacto que tiene en Brasil los incendios en el Amazonas.

López Obrador dijo que no se tiraría “ni un árbol” cuando en campaña anunció la construcción del tren.

Pero eso es imposible.

La magnitud de la obra requiere la deforestación de la selva no sólo para abrir la vía sino para construir los campamentos en los que se almancerá la maquinaria y el material de construcción, así como donde vivirán temporalmente los trabajadores.

La refinería de Dos Bocas ha comanzado su construcción, con un permiso ambiental condicionado, pero Toledo Manzur tendrá que decidir en breve si ese proyecto, cuestionado por todos los especialistas serios en energía y petróleo, si tiene el aval definitivo y sin trabas.

A ver para qué lado se carga.

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El viernes pasado el presidente López Obrador dijo que pésele a quien le pese se construirá el Tren Maya.

Pero si la construcción o el trazo no ha comenzado es porque el proyecto no entusiasmó a la inviersión privada.

De hecho, salvo declaraciones aparentemente interesadas, no hay comprometidas o firmadas inversiones privadas.

El mercado no tomó con entusiasmo el proyecto que será sólo un circuito.

¿Cuántos pasajeros tendría que transportar el tren para que un inversinista recuperara su dinero?

Porque mercancía no va a transportar; su mercado prioritario son los turistas que visitan la Península de Yucatán.

Así que al menos que el gobierno asuma el costo total del tren, no se ve quién quiera arriesgar su dinero en esta obra faraónica.

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¿Es usted profesor de nivel básico o medio? Si es así, ¿tiene en el sindicato o en la CNTE algún compadre, amigo, conocido o por lo menos el primo de un amigo de su tío?

¿No? ¿Ninguno de esos?

Pues todavía tiene tiempo de hacerse de algún compadre.

Luego de que el Senado aprobara –con los votos de Morena y sus rémoras-, las leyes secundarias de la reforma educativa que dejan en manos de los sindicatos el control de plazas y promociones, no habrá manera de logre progresar si no es con el viejo sistema.

Usted sabe cuál es.

Así que todavía tiene tiempo de hacerse de algún ahijado que le garantice por lo menos estabilidad.