Una de las propuestas del presidente Andrés Manuel López Obrador fue alcanzar la autosuficiencia alimentaria, para lo que creó su propia versión de la setentera Conasupo.

Pero, a la luz del presupuesto destinado a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, esa meta no se cumplirá ni siquiera en el largo plazo.

Para el próximo año, la Secretaría de Hacienda presupuestó para la Agricultura 46 mil 253 millones 142 mil 465 pesos, inferior en casi 19 mil millones de pesos al presupuesto aprobado para este 2019.

Cierto es que los diputados del sector pueden modificar el presupuesto, durante las discusiones, pero es tan pobre el margen de maniobra de que disponen que difícilmente podrían incrementarlo de manera sustancial.

Incluso, dentro de los propios aliados del gobierno que representan organizaciones campesinas, se da por hecho que el presupuesto será raquítico y que habrá que volver a movilizarse para rescatar lo que se pueda.

La reducción presupuestal es también parte de la estrategia del gobierno de la 4T, que acusando la corrupción histórica de los líderes de organizaciones campesinas, decidió crear un esquema de entrega directa de recursos, que por lo visto también ha fracasado.

Como ha fracasado la entrega de fertilizantes en varios estados, principalmente Guerrero, lo que generó las protestas de productores agrícolas hace unos meses.

Como quiera, lograr la autosuficiencia alimentaria sigue siendo una utopía, al igual que lograr servicios médicos públicos “de excelencia, nórdicos, o por lo menos como los de Canadá”.

Y no será por falta de ganas, sino por falta de recursos.

De todos.

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Mucha difusión se dio al hecho de que el gobierno federal haya tenido que importar el medicamento para el cáncer Metrotexato por su escasez en el país.

Tal escasez la atribuyó López Obrador a las “distribuidoras de medicamentos que nos querían doblar”, lo cual es, por decir lo menos, una imprecisión.

Lo es porque las distribuidoras no fabrican el medicamento y por lo tanto no podrían “doblar” al gobierno.

Además, las más importantes distribuidoras fueron vetadas por el propio López Obrador, ¿cómo quería entonces que distribuyeran un medicamento, cualquiera?

El nudo se hizo desde las primeras licitaciones encabezadas por la Secretaría de Hacienda, pero evidentemente este gobierno jamás iba a reconocer su responsabilidad.

Al final, López Obrador sumó algunos cientos de seguidores en Twitter y el gobierno pudo presumir, en un boletín oficial, el ahorro de…17 mil 739 pesos en la compra del medicamento.

Ah, y que las empresas que no podían surtirlo “no lo doblaron”.

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A partir de mañana, si pude evitar la esquina de Insurgentes y Reforma, en la CDMX, hágalo.

Porque los rijosos héroes de la CNTE vienen a cercar el Senado de la República, en prevención de que a los legisladores de Morena en la Cámara Alta les resurja algo de sentido común y rechacen o modifiquen las leyes secundarias en materia educativa aprobadas el viernes por los diputados.

Ya se sabe que nomás faltó que les entregaran el manejo de la nómina, a pesar de que oficialmente el gobierno sigue diciendo que habrá filtros antes del pase automático, como la “dura”–ajá-, selección de aspirantes a cualquier escuela normal.

A ver cómo se comporta la nueva presidenta del Senado.