Defiende Millon legalidad de subasta precolombina 

De nada sirvieron las presiones, exigencias y gestiones múltiples (diplomáticas y hasta judiciales) de México para frenar la subasta de casi un centenar de piezas prehispánicas organizada por la casa Millon en el parisino Hotel Drouot. No encontraron eco los argumentos esgrimidos por la Cancillería mexicana de que 95% de las obras proviene del patrimonio de la nación, y que 23 -de acuerdo con un peritaje del INAH-, son imitaciones de fabricación reciente.

La venta al mejor postor se llevó a cabo en una gran sala del majestuoso recinto Drouot, particularmente animada, llena de pujadores y curiosos, en un ambiente de insólita serenidad, es más -¡oh, paradoja!-, casi triunfalista. Tuve la oportunidad de palpar desde adentro esta atmósfera de excitación positiva, impuesta por la actitud del particularmente bromista “maestro de ceremonias”, el presidente de la casa Millon, Alexandre Millon. Parecía contento por la efervescencia mediática que generó su evento, esto siempre es bueno para el business.

Antes de dar su primer golpe de martillo, Millon declaró ante mi micrófono que sentía satisfacción porque, pese a la presión mediática desmesurada-, las autoridades francesas se pusieron de su lado. Haciendo oídos sordos a las quejas de México, que ve en remates de este tipo una incitación al pillaje, tráfico ilícito de obras antiguas y a falsificaciones, además un injustificable método de convertir piezas que definen la identidad nacional en objetos de decoración.

Alexandre Millon defendió la transparencia de la colección, la cual pertenecía principalmente a la pareja de parisinos acaudalados, Manichak y Jean Aurance, que empezaron a apasionarse por las obras mexicanas antiguas en los años 60 del siglo pasado.
Para Millon se trata de una queja ridícula. La integralidad de la venta, asegura, fue avalada por el servicio de Aduanas y la Oficina Central de Bienes Culturales de Francia.

Y no dudó en lanzar frente a mi cámara: “La subasta, gracias a su transparencia, la garantía de origen, trazabilidad y autenticidad, es el acompañamiento ideal al circuito de museos para asegurar el esplendor de los países que vieron nacer este extraordinario arte precolombino”.

Traducción: esto debería verse como una plataforma muy positiva para México.

Volvamos a la concurrida sala de pujas. En menos de tres horas escuché más de 120 golpes del martillo sobre la madera, ese sonido característico que marca el fin de la transacción. Más de 120 obras prehispánicas, 95 de ellas oriundas de México fueron adjudicadas por un total de… 1.3 millones de dólares (26 millones de pesos).

El clímax de la sesión lo marcó sin duda el anuncio del lote 71, una estatuilla de la diosa azteca del agua Chalchiuhtlicue (32 x 17.5 cm) fechada entre 1350 y 1521 D.C. Se vendió en medio de aplausos en 415 mil billetes verdes, un precio casi diez veces superior al estimado.

Otra reina de la subasta, la antigua diosa mexicana de la fertilidad Cuatlicue, se fue por 107 mil dólares.

Lo que viví en el Hotel Drouot de París me lleva a una reflexión más amplia sobre cómo evitar que los bienes patrimoniales sean consideradas mercancías, ¿cómo poner fin a la venta de hojas arrancadas de un libro de historia?

El debate se pone cada vez intenso en todos los continentes. Veamos el ejemplo de Grecia. El país heleno lleva décadas exigiéndole al Reino Unido la devolución de casi la mitad de la decoración del Partenón, el gran símbolo de la Grecia clásica levantado en el siglo V A.C. Los fragmentos del Partenón reclamados por Atenas descansan en el British Museum de Londres.

Cada vez que sube de tono la discordia entre ambos países, los británicos sacan el argumento de que los griegos no saben cuidar su patrimonio y que los mármoles del Partenón expuestos en la capital británica tienen más visibilidad que en la lejana Grecia.

También el Louvre parisino exhibe tesoros a miles de kilómetros de su ubicación inicial. ¿Debemos devolver todo a su origen? Hace unos años el Gobierno de Egipto le declaró la guerra abierta a dicho museo, acusándolo de robo y exigiendo la restitución de frescos de la antigüedad. Logró recuperar varios fragmentos de una tumba faraónica.

El mexicano penacho de Moctezuma sigue en Viena, Austria. Numerosos fragmentos arqueológicos de Machu Picchu que yacían en la Universidad de Yale, en EU, volvieron a Perú. No todos.

Cada vez se muestra más beligerante Pakistán, Guatemala e India, que también quieren la devolución de su patrimonio, sustraído injustamente.

Los ex mega imperios expoliadores, Francia e Inglaterra, suelen insistir en que, cuando llenaron el Louvre y el British Museum de joyas procedentes de los países conquistados nada era clandestino. Claro, eran “sus” territorios.

Escribo estas líneas observando en pleno corazón de la parisina Plaza de la Concordia el espléndido obelisco de Luxor, proveniente del templo del mismo nombre, en Egipto. Desde 2010, El Cairo lanza una ofensiva político-diplomática para conseguir el regreso del monumento a Egipto.

Pero, ¿obtendrá la misma difusión expuesto hoy en el país de los faraones? Personalmente lo dudo.

Los objetos de arte y la cultura están sumergidos en dos universos, en su pasado y en su historia contemporánea.

 

Frase

“La subasta, gracias a su transparencia, la garantía de origen, trazabilidad y autenticidad, es el acompañamiento ideal al circuito de museos para asegurar el esplendor de los países que vieron nacer este extraordinario arte precolombino”
Alexandre Millon
Presidente de la casa de subastas

Cifra

26 millones de pesos, aproximadamente, se obtuvo por el lote de arte precolombino

LEG