Los operadores de la corrupción no son fáciles de ubicar y menos de desterrar; lo suyo es actuar en la sombra y tapar toda huella ya sea con ardides burocráticas y contables, o al involucrar mediante falsedades a aquellos que deberían delatarlos y llamarlos a cuentas.

Este es un caso que ocurre en la Secretaría de Agricultura (Sader), en donde uno de ellos y su más importante aliado, han sido ubicados por las huestes del secretario Víctor Villalobos y ya sólo es cuestión de tiempo para que se proceda en su contra por los múltiples abusos cometidos en el Centro Social y Deportivo José López Portillo de la Ciudad de México que da servicio a los trabajadores de la dependencia federal y al público en general.

El director de ese centro, Pedro Hernández y su director de contabilidad, Salvador Mancha Jiménez, se dieron a la tarea de exprimir el también llamado Censodep desde el sexenio pasado, presuntamente con obras ficticias y/o con precios inflados; así como trabajos de remodelación y adecuación de instalaciones que resultaron inexistentes, a lo cual, según investigaciones también se suma la compra de facturas y alteración de las mismas a fin de obtener cantidades notables de dinero provenientes del erario.

Vaya, los negocios les fueron tan grandes y la impunidad les cobijó por tanto tiempo que, por ejemplo, Pedro Hernández pudo comprarse en 2017 una hacienda en su natal Querétaro, remodelarla a su gusto pese a las objeciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que dirige Diego Prieto, e incluso estrenar con un opulento festín que quedó registrado para la posteridad en un revelador.

Por su parte, Mancha Jiménez, a la fecha goza de una luna de miel por Europa tras una rumbosa boda en la Hacienda Chichimequillas, que tuvo lugar hace no mas de 15 días.

Por supuesto que los salarios y bonos recibidos por trabajar en un centro deportivo ligado al gobierno federal no da para eso lujos, pero eso es lo de menos para Hernández y Mancha: lo suyo fueron los negocios, desde simular mejoras inexistentes en las instalaciones deportivas, arreglos superficiales en los edificios de servicio que pagaron como si fueran de ingeniería estructural, hasta modificar registros contables según se presume de lo hallado en recientes auditorías.

¿Por qué se atrevieron a un nivel tan alto de saqueo? Se presume que se debe a la protección que contaron hasta el año pasado del ex gobernador queretano José Calzada; además de que por estrategia se mantuvieron con muy bajo perfil en los meses que lleva este gobierno, a fin de aprovechar la curva de aprendizaje de los nuevos mandos.

Pero el titular de Sader y su director de programación y presupuesto, Deborah Schlam, se dieron a la tarea de descubrir detalladamente un desfalco que suma varios millones de pesos, por lo que en breve estarían actuando de acuerdo al principal postulado del presidente Andrés Manuel López Obrador: combatir la corrupción encuéntrese donde se encuentre, y sin importar relaciones personales o cargos públicos.