Sólo hacía falta definir el cómo, el cuándo y el a cambio.

Ya no podían resignarse al tiempo y era el momento de repensar completamente la estrategia.

Las fechas que se discutieron eran muchas, pero se necesitaba el visto bueno.

Estaban hartos de tener que pensar todo el día en lo mismo y en la estricta condicionalidad.

Se tenía que llegar a la etapa final, la de la lealtad.

El escritor japonés Yukio Mishima, reconocido como uno de los más importantes estilistas del lenguaje japonés de posguerra, escribió en “Las lecciones espirituales para los jóvenes samuráis” que “una promesa es un concepto vago hasta el momento en que entra en juego la lealtad”.

Ante el inmenso problema, se exigían garantías y no querían corres más riesgos.

La respuesta era inevitable.

La Secretaría de la Defensa Nacional a través de un comunicado informó que: “Ante la ocurrencia de un delito y en los casos que el personal militar o de la Guardia Nacional acudan con el objeto de garantizar la seguridad y paz en el país, y sean objeto de una agresión se actuará en su defensa legítima conforme a los principios del Uso de la Fuerza y su gradualidad.”

Esto no fue ningún montaje, fue un aviso, una advertencia contra aquellos que tienen el sentido del riesgo muy  marcado, que disparan contra cualquier persona, contra ellos que son capaces de destruir, no de construir.

Lo que se ha visto es lo que hay y se espera que no se vuelva a ver.

No fue fácil y se tenía que correr riesgos, riesgos muy marcados.

La autorización la confirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador:  “sí, y la recomendación es que no haya abusos de poder, que no se abuse de la fuerza, que se actúe con respeto a los derechos humanos, que no suceda lo de antes que habían razias y masacres, eso está prohibido, eso no se permite ni se tolera en el Gobierno”.

Y agregó: “con los criminales no se negocia, las fuerzas tienen que actuar, pero no están autorizados para violentar los derechos humanos”.

Milonga: Ahora fue la Universidad Autónoma de Sinaloa la que reconoce al Dr. Enrique Graue, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, con un Honoris Causa por encabezar la defensa de la educación superior autónoma no solo de la UNAM.