Treinta y tres mil dólares el metro cuadrado. Ese es el monto que se pagó recientemente por un departamento de lujo en el muy chic distrito 7 de París, a un costado de la Plaza Saint-Thomas d’Aquin. Como si nada. Claro, estamos por encima del precio de venta promedio de una vivienda en la Ciudad Luz, si bien ese costo promedio también produce escalofríos: 12 mil billetes verdes por metro cuadrado, un 80% más que en 2009. ¡Shock! Encabezamos los rankings de las urbes más caras del planeta para alojarse, codeándonos con Hong Kong y Nueva York.

Se rompió el récord histórico. Pronto se batirán nuevos récords, por la simple razón de que ya nadie parece capaz de frenar la diabólica espiral especulativa.

Primero, entre la demanda y la oferta se ha instalado un profundo abismo que hace que se froten las manos los tiburones del sector inmobiliario. Actualmente hay 40 mil departamentos en venta y 150 mil aspirantes para adquirirlos. El cálculo resulta simple. Como en las subastas, se lleva el trofeo el que propone la oferta más ventajosa.

Estamos en una ciudad global, la más visitada del planeta (con 50 millones de turistas al año), en la capital mundial de los congresos, los negocios, la moda, la cultura y la diplomacia, que además alberga la sede de la OCDE, la Unesco…, sin olvidar tantos otros organismos internacionales.

Suena espectacular, pero ¿qué beneficio saca de todo esto un parisino de a pie? Ninguno. Esta situación le ocasiona más bien perjuicios, en primer lugar una carestía más que insolente.

Contar con un techo propio se ha vuelto un lujo inaccesible. Para comprar un departamento de 75 metros cuadrados financiado mediante un préstamo hipotecario con un plazo de 20 años hay que ganar 12 mil dólares netos al mes. El cuento se cuenta solo. Un 90% de los propietarios de viviendas pertenece a las élites acaudaladas, a la clase alta o media alta. Y mientras París se empeña en convertirse en una ciudad museo para ricos, los auténticos parisinos se desplazan a los suburbios, donde el costo de la vida resulta más asequible.

Cada año desde 2013 los altos precios empujan al éxodo a entre 12 y 15 mil habitantes. Sí, la Ciudad Luz pierde residentes, y con ellos su alma. Si no reaccionamos a tiempo, tendremos un parque temático llamado “París” donde hará de las suyas el todopoderoso turismo de masas.