Por Otoniel O. Ochoa P.
@OtonielOchoa

El Congreso revisará en las próximas semanas el paquete económico para el ejercicio 2020. Más allá de las reasignaciones normales que se puedan plantear entre partidas presupuestales, el análisis del proyecto necesariamente tendrá que reconocer un recorte del gasto programable. Aun cuando la Secretaría de Hacienda envió un paquete responsable, dejó correr algunos supuestos que, ante el entorno nacional e internacional, se antojan optimistas. Los ajustes requeridos no son graves, y por lo tanto, será sencillo atenderlos en las discusiones legislativas.

El primero de los supuestos susceptible de ajuste es el crecimiento económico. La Secretaría de Hacienda recurrió a la convención de calcular los ingresos con base a la tasa de crecimiento potencial del país. Ante otro entorno, no habría reproche en la decisión de utilizar el supuesto de 2%, sobre todo porque ante los ojos de la Secretaría de Hacienda cualquier cifra inferior lanzaría una señal innecesaria de pesimismo. Sin embargo, el Congreso sí puede corregir la plana y colocarlo en un nivel alcanzable de 1.4% para 2020. Con ese crecimiento, los diputados tendrían que reducir el presupuesto de gasto en aproximadamente 21 mil millones de pesos para compensar la disminución de los ingresos fiscales derivados de una menor actividad económica.

Otro supuesto que habría que ajustar es el de la producción de petróleo. En un escenario de elevada incertidumbre sobre el futuro operativo de la empresa, la mejor estimación posible es el dato conocido hoy. Esto implica que el mejor pronóstico es mantener la producción para el próximo año en 1.7 millones de barriles diarios. Es decir, habría 73 mil millones de pesos menos de ingreso por este concepto.

Bajo este nuevo escenario, si se quiere mantener un superávit primario de 0.7% del PIB, será necesario recortar 94 mil millones de pesos al proyecto de presupuesto. En caso de que no se quiera reconocer ese ajuste, entonces el superávit primario disminuirá a 0.35% del PIB.

En el pasado, para no reducir el gasto se recurría al artificio de aumentar el precio de la mezcla o al ajuste del tipo de cambio esperado. Hoy, ante la expectativa de una desaceleración de Estados Unidos y dadas las condiciones de los mercados internacionales, no parece haber espacio para modificar el precio del petróleo, el tipo de cambio o la tasa de interés. Si lo que se busca es dar tranquilidad y certidumbre, lo mejor será reducir el gasto y así mantener la buena aceptación que generó el proyecto que envió el Ejecutivo.