Al guiarnos por el último reporte científico, la vaquita marina (Phocoena sinus), cetáceo endémico mexicano, enfrenta el mayor peligro de quedar extinta en el planeta.

De acuerdo al Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA), la población actual es de entre seis y 19 individuos, con una media de 10 ejemplares (cuando en marzo pasado era de seis y 22).

También un grupo de científicos de la UNAM, que realizan trabajos de investigación en el Alto Golfo de California, reportó que hace tres meses hubo un avistamiento de seis individuos, por lo que urgió a intensificar los planes de conservación del mamífero marino para evitar la extinción; de lo contrario advierten que en 2021 no habrá más vaquita marina en el mundo.

Los investigadores sostienen que entre 2011 y 2016 la población de la vaquita marina descendió en 90% por la pesca antiambiental, pues las embarcaciones que buscan atrapar a la totoaba (especie mexicana) se llevan en sus redes a este cetáceo.

Ahora con el fin de tener la mayor precisión en el cálculo poblacional, personal del CIRVA intensificará en estos días el monitoreo marítimo en el Alto Golfo de California y en el Golfo de Santa Clara, en Sonora, con dos barcos: uno de la organización ambiental Sea Shepherd Global y otro del Museo de la Ballena.

Los esfuerzos científicos buscan no sólo el censo, sino también obtener muestras del ADN de un macho, el cual hace falta para una potencial clonación de la especie. Ya en el Frozen Zoo de San Diego se tienen muestras de hembras congeladas en nitrógeno líquido a menos de 195 grados centígrados, y según los estudios, indican que puede tener una cría por año y no por cada dos años, como se manejó en años recientes.

Para los científicos, de lograr esta reproducción asistida, permitiría recuperar la población del mamífero marino a una tasa anual de entre 6 y 8%.

Pero mientras la ciencia abre una puerta a la salvación de esta especie, también afloran voces de conservacionistas y expertos que advierten una situación de falta de gobernanza para reforzar los protocolos de vigilancia, de fomentar una pesca sustentable en la región y de endurecer las penas contra quien atente contra el cetáceo marino.

De igual forma los investigadores de la UNAM han pedido al Gobierno mexicano que establezca un convenio con China para prohibir el comercio de la totoaba, toda vez que el tráfico de este pez mexicano continúa a manos de bandas delincuenciales, pues la vejiga de esta especie es conocida como la “cocaína acuática”, y en el mercado negro chino un kilogramo tiene un precio de aproximadamente 100 mil dólares (pues se considera un potenciador sexual).

Al respecto, las autoridades de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) aseguran que lo patrullajes de la Marina se han intensificado en el Alto Golfo de California, así como el monitoreo satelital, y que, además, ya se han establecido programas de pesca sustentable en la región para evitar que la vaquita marina termine en las redes de los pescadores que buscan camarón u otras especies marinas.

Y tampoco hay que olvidar que también el peligro de extinción de la vaquita marina inició con el cambio del cauce del río Colorado, en Estados Unidos, lo cual impactó de forma negativa a su hábitat. Una cuestión que las autoridades estadounidenses no reconocen, pero que sí culpan a la pesca mexicana.

Este antecedente nos debe orientar a reforzar los programas de conservación de las especies emblemáticas de México. Hoy es por la vaquita marina.