La economía de Estados Unidos vive el periodo más prolongado de crecimiento sostenido y estabilidad de precios de toda su historia. Aun cuando la etapa post Gran Recesión es considerada de bajo crecimiento secular (2.1% promedio anual), a la fecha se han acumulado 122 meses consecutivos de aumento de la actividad económica. Los dos periodos previos de prosperidad continua se observaron de marzo de 1991 al mismo mes de 2001 (120 meses) con una tasa promedio anual de incremento del Producto Interno Bruto (PIB) de 3.8%, y de febrero de 1961 a diciembre de 1969 (106 meses) con un crecimiento medio anual de 5.1%. Lamentablemente, la etapa de expansión está llegando a su fin.

A lo largo de esta fase de crecimiento y baja inflación, la economía estadounidense estuvo apoyada por un déficit fiscal que según la última actualización de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO por sus siglas en Inglés) cerrará en 4.5% del PIB en 2019, un estímulo monetario extraordinario superior a los tres billones de dólares que la Reserva Federal todavía no retira y una tasa baja de interés por un periodo prolongado. Además, se estima que la reforma fiscal de Trump de 2017 aportó 1.1% adicional al PIB en 2018 y 2019 (Barro y Furman).

Pero con todo y esos estímulos, hay decisiones políticas que están modificando el entorno económico y ponen en riesgo las expectativas de prosperidad. En el caso específico de Estados Unidos, la encuesta realizada por la Asociación Nacional de Economía Empresarial (NABE por sus siglas en Inglés) señala que 72% de los economistas pronostican recesión entre 2020 y 2021.

Trump desestima las alertas y no reconoce o no ve que el efecto de su reforma fiscal empezará a diluirse en 2020 y pronto quedará poco de ella. La Reserva Federal advierte la tormenta y por eso la decisión de bajar la tasa de interés fue una mala noticia.

Pero más allá de pronósticos o pesimismo, la recesión en Estados Unidos habrá de llegar tarde o temprano. Frente a la inevitable tempestad, hay dos preguntas que debemos hacernos: ¿cuál será su naturaleza? y ¿qué tan profunda y prolongada será? Aquí anticipo las respuestas: 1) su naturaleza será consecuencia de decisiones políticas, de ésas que entorpecen el funcionamiento de los negocios y el comercio. 2) Dado lo anterior, será una recesión somera en cuanto a su profundidad, con una contracción pequeña del PIB, aunque prolongada en el ajuste. Cuando llegue el momento, el ciclo económico mexicano se sincronizará con el estadounidense.