Un decomiso de 450 kilos de cocaína y el arresto del jefe criminal Santiago Mazari Hernández el Carrete significaron dos victorias de inteligencia del Ejército federal en la lucha contra el crimen organizado y dentro de la estrategia de seguridad del gobierno lopezobradorista.

Aunque la noticia pareció ahogarse en el escándalo mediático de El Paso, Texas, el lunes 5 de agosto se realizó una operación de inteligencia aérea en la zona de Chiapas al detectarse una avioneta desconocida. A bordo había 450 kilos de cocaína, con precio en el mercado por más de cinco y medio millones de dólares.

Y el caso del Carrete y su poder en el corredor Morelos-Guerrero, con implicaciones en el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa asesinados, también fue una agenda del Ejército, pues desde septiembre de 2008 la Secretaría de la Defensa Nacional había interpuesto denuncias de crimen organizado contra el delincuente, y cuando menos en un par de ocasiones los militares estuvieron a punto de arrestarlo por orden de aprehensión.

En el decomiso de droga en Pijijiapan, Chiapas, el Ejército mostró una capacidad logística poco conocida: aparatos de registro de naves aéreas no registradas, aviones de detección, aviones de intercepción y helicóptero con personal operativo.

Los dos operativos con capturas de alto impacto evidenciaron la continuidad de las labores de lucha contra el crimen organizado, más allá de las funciones de vigilancia de la Guardia Nacional. Y en el caso del Carrete destacó la participación oficial de efectivos de la Policía Federal -institución en proceso de disolución- que venían trabajando en la búsqueda del delincuente.

El decomiso de cocaína fue el primer éxito institucional del general secretario Luis Cresencio Sandoval González y su equipo táctico y el papel consistente del Ejército en labores de lucha contra el narcotráfico.

Zona Zero

La Coparmex puso el dedo en la llaga: el sector empresarial ha sido muy lastimado por la delincuencia. Hoy el problema más serio radica en las extorsiones delincuenciales a millones de negocios, con el caso recientemente revelado: Celaya se quedó un día sin tortillas porque los expendedores cerraron por extorsiones.