Algo así como si quitáramos del futbol el fuera de lugar: toda su dinámica perdería sentido. El partido se disputaría entre pelotazos a lo largo de más de cien metros, con los delanteros parados a la sombra del poste rival y los defensas encapsulados en su propia área. Gracias a esa regla, difícil de explicar al recién llegado a la fe de este balón, existe una suerte de marea en la cancha, en la que todos han de ir y venir constantemente. Quien quiera ganar debe ser magistral al salir lo mismo que al regresar, tan astuto para inhabilitar al delantero del otro equipo con dos oportunos pasos al frente, como para filtrar balones al hueco que destrocen la línea de retaguardia contraria.

Parecido, el sistema de ascenso/descenso fue lo mejor que le pudo suceder al futbol. Meritocracia inflexible en la que no se ocupa el escalón que se desea sino el que se gana sobre el pasto. Una buena racha de cinco años puede hacer que un club brinque de nivel semiprofesional a primera división, así como un naufragio de tres puede poner en cuarta a quienes no conocían otra vida que la del suntuoso máximo circuito.

Así funcionó en Inglaterra casi desde que el futbol moderno fue tal, a raíz de que la cantidad de aspirantes a jugarlo era demasiado grande para dar un sitio en primera a todos (en 1898 ya hubo descenso en las islas británicas). De forma tal que, quien pretenda enfrentarse a los estelares, está desde entonces obligado a ganárselo, nada de asumirlo como derecho divino.

Todo eso hasta que en México se asumió que lo de menos es la calidad del producto que se genera, la competitividad de la liga, el ejemplo de sacrificio y meritocracia, la legitimidad y credibilidad en general. ¿Qué podía funcionar mal aboliendo el descenso? Tan simple como que en el futbol, como en la vida, sólo lucha el que lo necesita: en las contrataciones, en la planeación, en la estructura, en la cancha, incluso en los pagos puntuales al personal. Y el Veracruz hoy tiene muy claro que no hay razón para luchar, que nadando de muertito (o, de plano, siendo un muertito), basta para mantenerse en la división de honor.

Tan simple como que Lobos BUAP se quedó en primera cuando había descendido y se fue a segunda cuando había permanecido. Este burlesque Mx no es para el que lo merece, sino para el que lo paga.

Si hubiese en cualquier lugar del mundo algún directivo con vocación autodestructiva o afán de jugar a quemarse, se sugiere ponerle un video del Veracruz ante Pachuca en el certamen pasado (derrota 9-2) o contra Necaxa de este sábado (7-0). Si pensaba en anular el descenso, en automático entenderá: ahí está el ejemplo de lo peor que puede pasar a un torneo.

Tanto como si canceláramos el fuera de juego y ya nadie tuviese que correr.

Twitter/albertolati

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