Foto: Reuters/ Archivo El combate contra los incendios se complica por el hecho de que muchos de los focos se encuentran en regiones de difícil acceso  

Más de 2.5 millones de hectáreas de bosques siguen en llamas en Siberia, lo que obligó a unas 400 mil personas a firmar una petición para que las autoridades declaren el estado de emergencia, e hizo que el presidente estadounidense, Donald Trump, descolgara el teléfono para conversar con su colega ruso, Vladimir Putin.

 

Ante las voraces lenguas de fuego, Moscú culpó a las autoridades locales.

 

Trump en cambio se comunicó telefónicamente con Putin para ofrecerle asistencia, en un gesto de cortesía que el Kremlin apreció “sinceramente”.

 

“El presidente ruso evalúa este paso de Trump como un requisito previo para que en el futuro sea posible restablecer las relaciones plenas entre los dos países”, comunicó la oficina de prensa de Putin.

 

“Los presidentes de Rusia y Estados Unidos también acordaron continuar sus contactos tanto por teléfono como en reuniones personales”, añadió el comunicado, citado por la agencia noticiosa italiana Ansa.

 

Putin rechazó la ayuda estadounidense, por razones fácilmente comprensibles de prestigio nacional, pero no cerró del todo la puerta, resaltando que Rusia aceptará la oferta estadounidense “si tiene la necesidad”. Entonces lo verá.

 

En tanto, la maquinaria -también a raíz de las protestas en las redes sociales de los habitantes de las regiones más afectadas, especialmente en Yakutia, Krasnoyarsk e Irkutsk– se activó.

 

Los problemas relacionados con el reabastecimiento de combustible de los aviones fue resuelto, dijo el Kremlin.

 

Luego se aprobaron las iniciativas de “ingeniería climática”, es decir, induciendo de modo artificial las precipitaciones con aviones modificados, en grado de esparcir yoduro de plata, suministrados para la empresa federal Avialesokhrana. Además, el ejército se puso en movimiento, movilizando hombres y medios.

 

El combate contra los incendios se complica por el hecho de que muchos de los focos se encuentran en regiones de difícil acceso.

 

Si no se logra dominar las llamas con urgencia, surge otro peligro grave: que los incendios se extiendan a la turba del subsuelo, con lo que se vuelven subterráneos y entonces se hace muchísimo más difícil apagarlos, por lo que pueden durar largos meses, hasta el invierno.

 

“El Ministerio de Emergencias, el Servicio Federal de Idrometeorología y Monitoreo Ambiental, así como la Agencia Forestal Federal, proporcionaron previsiones a las regiones siberianas pero las autoridades locales no tomaron medidas suficientes para prevenir incendios y extinguirlos”, afirmó el subdirector del Centro de Gestión de Emergencias de las catástrofes, Serghei Abanin.

 

“Seré claro: las autoridades locales no pudieron hacer frente a la situación, por lo que el gobierno federal se vio obligado a intervenir”, apuntó.

 

 

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