El licenciado Juan Collado forma parte de un grupo de abogados que pueden considerarse poseedores de relaciones de alto nivel, que se vuelven intocables y, por tanto, gozan de gran poder para hacer y deshacer en el mundo del Derecho.

Esos personajes de prosapia en el litigio son utilizados cotidianamente para defender a grandes pillos, quienes enfrentan diversidad de problemas legales, de manera particular en el ámbito penal. Por supuesto, cumplen con su trabajo, pero éste obligadamente se sustenta en sus buenas relaciones producto de la complicidad; en días recientes se dio a conocer la esplendorosa boda de la hija del licenciado Juan Collado, a la que asistieron varios ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, procuradores de justicia y hasta ex mandatarios del país; es así como indudablemente se comprueba que el licenciado Collado es un poderoso litigante al que difícilmente un juez le puede negar un favor.

Dada la anterior circunstancia, causó impacto nacional su aprehensión; estamos acostumbrados a que se detenga a políticos en desgracia, claro, como corresponde a la definición de político en México: sujeto afecto a amasar fortunas inconmensurables, producto de la inmoralidad. En este sentido, insistimos, los litigantes de poder son usados para defender a esos políticos de alta dimensión, de ahí, insistimos, la gran sorpresa que causó la detención de Collado.

Los delitos que le imputan son graves: delincuencia organizada y lavado de dinero. Por ambos ilícitos, si se llega a condenar a Collado, no podrá salir rápidamente de prisión; es así como estamos ante la indiscutible circunstancia de que estos abogados de relieve tendrán que cuidarse en lo futuro; deben tomar nota que ya no habrá abogados de postín, a quienes se les debe tener consideraciones y que en ocasiones se agrupan para crear clanes que se dividen la defensa de funcionarios corruptos y de una buena parte de hombres de negocios del mismo talante.

Los abogados de postín no son grandes juristas, pero tienen lazos generalmente ilícitos con ministerios públicos, procuradores y jueces. Es momento de reconocer que son otros tiempos en los que ya no será fácil que estos sujetos, muy conocidos como abogados defensores, hagan y deshagan en el ámbito judicial.

Bajo ningún concepto pretendemos hacer “leña del árbol caído”, pero lo cierto es que Juan Collado, íntimo amigo del ex presidente Peña Nieto, llegó a ser temido en los juzgados, al extremo que por regla, asunto que tomaba el profesionista, sin duda, tenía éxito pleno y obtenía grandes ventajas para sus clientes, y ésa es precisamente, insistimos, la característica de los abogados que como Juan Collado gozan de la simpatía, complacencia y hasta complicidad de los hombres del poder.

La justicia bajo ningún concepto debe ser manejada, sustentada siempre en componendas y compromisos entre abogados de renombre y juzgadores.

El terreno jurídico reclama hombres honestos, dispuestos a entender de una vez por todas que la ley es para todos, algo que bajo ningún concepto debe considerarse como simples palabras o buenos deseos. La detención de Collado marca el inicio de otros tiempos y nuevos derroteros, pero no debe quedar exclusivamente en que a él se le pueda llegar a considerar culpable. Atrás de él hay hombres que también deben ser sentenciados, encabezando la lista los ex mandatarios Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto, los cuales han sido señalados de manera directa en el documento por el cual se dictó la vinculación a proceso del abogado Juan Collado.