Foto: Especial La edición 87 de la Guelaguetza contará con un programa que incluirá 128 actividades artísticas, culturales y deportivas, las cuales se desarrollarán en 21 sedes con el propósito de que está celebración se viva y disfrute en todo Oaxaca  

Oaxaca se celebra en julio. La tierra del mezcal abre su puertas a visitantes nacionales y extranjeros para que  disfruten de todo el folclor del estado, ya que a lo largo de todo el mes se desarrollan diversas actividades en el marco de la festividad de los Lunes del Cerro que se llevarán a cabo los días 22 y 29.

La guelaguetza es sinónimo de trabajo en equipo, puesto que el término hace referencia a un sistema de cooperación mutua entre los vecinos para mantener sus cosechas vivas y construir viviendas entre los indígenas del estado de Oaxaca.

Es una fiesta ancestral de los pueblos de Huaxyacac, como era llamada Oaxaca en mesoamérica, durante ese periodo nacería la celebración que hoy conocemos.

El estado del suroeste es cuna de la cultura mexicana. Tierra mixteca y zapoteca, donde divinizaban a Centéotl, diosa del Maíz; y a Xilomen, diosa del maíz tierno a quien celebraban con una fiesta que duraba ocho días.

El festival comenzaba el 16 de julio y coincidia con el octavo mes de los aztecas; durante ese periodo se danzaba sin descanso. Además, los caciques daban de comer a los habitantes del pueblo durante la celebración. El último día era cuando danzaban los nobles y los guerreros.

Huaxyacac enfrentó una fuerte sequía al paso del tiempo, por la cual, los zapotecas levantaron un santuario a su diosa, donde hoy se encuentra el templo Carmen Alto y, en contra de los principios de su cultura, ofrecieron una doncella en sacrificio para Centéotl.

El sacrificio se eliminó tiempo después y se regresó a ofrendar como guelaguetza animales y las primeras cosechas de los pueblos.

 

A este encuentro de tradiciones y costumbres zapotecas debemos el origen de las festividades de los Lunes del Cerro.

 

La edición 87 de la Guelaguetza contará con un programa que incluirá 128 actividades artísticas, culturales y deportivas, las cuales se desarrollarán en 21 sedes con el propósito de que está celebración se viva y disfrute en todo Oaxaca. En esta ocasión, la cara del festejo será Yalitza Aparicio, originaria de Tlaxiaco.

 

En esta tradicional fiesta de la hermandad, símbolo de cultura y tradición participarán 13 delegaciones en cada una de las cuatro presentaciones de la Guelaguetza, destacando la intervención de Chicapa de Castro, San Francisco del Mar, San Carlos Yautepec y Chalcatongo de Hidalgo, quienes se presentarán por primera vez.

 

¿Cómo se transforma de una fiesta ancestral a la Guelaguetza que conocemos?

 

Las y tradiciones se mantienen hasta 1932, cuando el estado cumplía 400 años de haber sido nombrada ciudad por el rey Carlos V, lo que el Gobierno aprovechó para atraer visitantes e inversiones.

 

Las culturas y tradiciones de los pueblos originarios fueron reivindicadas como elementos esenciales de la cultura nacional.

 

En la década de 1930, Oaxaca tenía poco más de un millón de habitantes, una tercera parte de los cuales eran hablantes exclusivos de su respectiva lengua indígena, mientras que sólo 20% sabía leer.

El 14 de enero de 1931 la ciudad de Oaxaca fue sacudida por un fuerte terremoto que cambió para siempre su fisonomía y deterioró aún más la actividad económica; miles quedaron sin bienes ni hogar y sin dinero para reconstruir.

El valor de los bienes inmuebles urbanos cayó de golpe y se registró un éxodo de numerosas familias que migraron a la capital del país y a otros estados.

Angustiados, las autoridades recordaron que el siguiente año, el estado cumpliría 400 años de haber sido nombrada ciudad por el rey de España Carlos V. La organización de una gran fiesta, capaz de atraer visitantes e inversiones, se impuso como remedio para la crisis.

En noviembre de 1932 se reunieron los integrantes del Comité Organizador de los Festejos del IV Centenario y decidieron que las celebraciones se llevarían a cabo del 24 de abril al 5 de mayo.

Se definieron cuatro aspectos para la formulación del programa: disposición de los festejos, homenaje racial, concursos y festividades para exponer la cultura y costumbres del estado, y excursiones a los lugares históricos y arqueológicos de Oaxaca.

En la muestra regional participaron 473 expositores, quienes se presentaron en los pabellones erigidos para la ocasión, con el estilo de construcción original de cada región.

Los asistentes admiraron productos como pieles curtidas y sarapes traídos por los mixes; madera preciosa y yerbas medicinales; maíz, café, flor de Jamaica y tabaco originarios de la Costa; sombreros de palma, entre muchos otros.

El homenaje racial se pensó como una obra en tres cuadros, donde los indígenas serían los actores principales; el escenario sería un teatro al aire libre construido en las faldas del cerro del Fortín, para aprovechar el declive natural como gradas.

El comité anunció la elección de la Señorita Oaxaca, quien sería “una hermosa doncella morena de andares solemnes, esbelta y que difunde felicidad en su mirada”.

Como reina de las festividades, habría de ennoblecer las inauguraciones, manifestaciones deportivas, bailes, espectáculos teatrales y conferencias culturales; la ganadora fue Margarita Santaella.

En los años siguientes, el festejo del Lunes del Cerro incluyó una escenificación similar a la de 1932, a la cual se le denominó Guelaguetza, nombre que terminó por imponerse a toda la fiesta.

A través de un largo proceso, la fiesta integró espectáculos y atracción turística para satisfacer una nueva actividad económica que en Oaxaca representó una alternativa a la nunca lograda industrialización.

Para finales de los 50, se configuró la Guelaguetza tal como la conocemos, con la participación de delegaciones de las regiones del estado, al estilo del homenaje racial.

En 1974 se construyó un auditorio en el mismo emplazamiento de la Rotonda de las Azucenas, en el cerro del Fortín, pero ahora para once mil espectadores.

En 1980, la organización de la fiesta pasó a la Secretaría de Turismo del estado, para convertirse plenamente en un espectáculo folclórico para turistas.

Actualmente las delegaciones regionales no son invitadas, sino que participan en un proceso de selección que es validado por un Comité de Autenticidad, donde se evalúa el conocimiento de la delegación sobre su tradición o festividad.

La decisión final recae en la Secretaría de Turismo, lo que implica una negociación política con los diferentes municipios que aspiran a mostrarse en el espectáculo.

Sabías que:

Oaxaca también se distingue por tener una gran variedad de climas y microclimas, que han permitido un variado cultivo de productos agrícolas, además de asegurar una amplia diversidad de especies animales y vegetales.

En el territorio se hablan dieciséis lenguas diferentes, caracterizadas por más de un centenar de variantes.

Una enorme riqueza cultural del estado se hace evidente en los atuendos, gastronomía, producción artesanal, música, bailes, relación con la naturaleza, entre otros elementos que marcan la vida de los pueblos originarios.

 

La Guelaguetza es una fiesta rica en música, bailes, vestimentas, artesanías y productos de la tierra traídos por las delegaciones de pueblos originarios de los más distantes rincones de Oaxaca.

Las fiestas de los Lunes del Cerro, como también se le conoce,  se componen de manifestaciones que remiten al pasado prehispánico, a las tradiciones coloniales y a la necesidad de construcción identitaria.

Las celebraciones se realizan el lunes siguiente a la fiesta de la Virgen del Carmen (16 de julio) y a la conmemoración de la muerte de Benito Juárez (18 de julio). El lunes posterior tiene lugar la Octava, como se conoce a la culminación de festejos.

En la Guelaguetza convergen tanto aspectos mercantiles y diferencias e inequidades étnicas como una celebración comunitaria que exalta la convivencia entre estilos de vida diversificados.

La palabra guelaguetza, de origen zapoteco, tiene connotaciones de ayuda mutua y reciprocidad en momentos cruciales de la vida (bodas, nacimientos, defunciones), y ha sido expresión de solidaridad y confianza en el mundo indígena, según señala el investigador Salvador Sigüenza.

LEG