El manifestarse a favor de un movimiento social, el que sea, que ponga en entredicho las obras del actual Gobierno conlleva el riesgo de ser acusado de instigador, traidor y cosas por el estilo.

Si no lo cree, pregúntele a Felipe Calderón cómo le fue por el hecho de haber manifestado en un tuit su apoyo al movimiento de los policías federales que no quieren formar parte de la Guardia Nacional.

Calderón fue sutilmente acusado de estar detrás del “motín’’, de ser la mano que mece la cuna, la mano negra a la que se refirió el miércoles el presidente López Obrador.

Claro que, como en todo movimiento, siempre hay oportunistas, como lo demostró Alfonso Durazo al evidenciar el pasado criminal de un autonombrado vocero de los federales, en Tijuana.

Se trata de Ignacio Benavente, condenado por secuestro, y quien se autonombra presidente de Pro Libertad y Derechos Humanos en América Latina.
Este sujeto “chamaqueó’’ a los policías federales que le cedieron el micrófono para hacerse pasar por su vocero.

Pero, efectivamente, fue sentenciado y encarcelado por secuestro.

Lo otro, lo de Calderón, parece más bien la revancha de López Obrador que no olvida la elección de 2006 que presuntamente le robó el michoacano.
Sólo así se explica la sevicia con la que se volcaron los morenistas y sus simpatizantes en contra del ex Presidente, quien se atrevió a manifestar su apoyo al grupo de policías inconformes.

También, desde el Gobierno, sugirieron que otro agitador podría ser el ex secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, quien tuvo a su mando a los federales seis años.

Luego entonces, se los echó a andar al Gobierno de la 4T.

Osorio también manifestó su apoyo al movimiento de los federales, pero lo hizo como parte de la fracción del PRI que envió un tuit a favor de las causas de los policías.

¿Mano negra? Puede ser.

Pero lo que más parece, a juzgar por las reacciones esquizofrénicas de los morenistas, es que la herida de las elecciones de 2006 no han cicatrizado.

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Entre las muchas críticas e insultos que recibió el ex presidente Calderón están “los más de 200 mil muertos, producto de su guerra estúpida’’ contra el narco.

Creo que sus críticos deberían esperar un poco más.

Este Gobierno también ha echado mano de los militares para atender el problema de la inseguridad pública y, en lo que va de su gestión, lleva un promedio de muertes más alto que en el mismo periodo del michoacano.

Habrá que esperar al cierre de la gestión para determinar si la declaración de amor y paz de López Obrador y el término de la guerra por decreto funcionó.

O no.

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El presidente del INE, Lorenzo Córdova, sigue cabildeando con legisladores las implicaciones de la reforma electoral propuesta en la Cámara de Diputados por la fracción de Morena.

Una de las propuestas es, como se sabe, desaparecer a los Organismos Públicos encargados de organizar y realizar las elecciones en los estados, lo que dejaría al Consejo General del INE la responsabilidad absoluta de todos los procesos electorales en el país.

Dizque por austeridad.

También se propone reducir al mínimo el financiamiento público a los partidos políticos, pero sin que haya una alternativa para fondearlos.

El propósito, finalmente, es acabar con el INE para que en una de ésas sea el propio Gobierno el que realice las elecciones, como ocurría con el PRI del siglo pasado.