El nuevo poder en Europa tiene cara de mujer. Dos brillantes políticas, una alemana y una francesa, dirigirán los destinos de los 512 millones de habitantes de la Unión Europea perpetuando en los próximos años a Alemania y a Francia como los principales gigantes en el bloque. Tras el Brexit, el Reino Unido ya no juega en la misma cancha.

¿Quiénes son? La gala Christine Lagarde, la flamante jefa durante ocho años del Fondo Monetario Internacional (FMI), dejará sus oficinas de Washington y se trasladará a Fráncfort para tomar las riendas del Banco Central Europeo (BCE), una especie de súper Ministerio de Economía y Finanzas a escala eurozona, encargado de supervisar el poder adquisitivo de la moneda única. La firma de Lagarde aparecerá en los billetes de euros.

 

Ni más ni menos. Será ella quien decida si impulsar o no rescates en países con sistemas de pago defectuosos y de qué manera gestionar las reservas de divisas en la Zona Euro que representa… un cuarto de la economía global.

Por otro lado, tenemos a Ursula von der Leyen, actual ministra de Defensa germana, ginecóloga de formación, políglota y madre de siete hijos. Von der Leyen, una de las figuras políticas más populares en Alemania, tomará el timón de la Comisión Europea, el poderoso brazo ejecutivo de los 28 países de la Unión.

El mensaje que se transmite con esto llena de optimismo: sí se puede, los techos de cristal se han construido para romperse. Había que esperar seis largas décadas para ver los puestos más altos del bloque europeo ocupados por mujeres.

En muchas ocasiones tuve la oportunidad de observar a la siempre elegante y bien educada Christine Lagarde, amante de joyas de calidad y mascadas de seda. En los pasillos del Ministerio de Finanzas, cuando dirigía la economía francesa bajo el mandato de Nicolas Sarkozy, o en eventos internacionales en la sede parisina de la OCDE, dirigida por el mexicano José Ángel Gurría. Una dama con porte y un encanto magnético acostumbrada a la compañía de enjambres de hombres trajeados.

“Si Lehman Brothers hubiera sido Lehman Sisters”, podríamos haber escapado de la crisis financiera mundial”, bromeaba a menudo sin olvidar su postura feminista Christine Lagarde.

Su compatriota y predecesor a la cabeza del FMI, Dominique Strauss-Kahn (cuya carrera se hizo añicos tras acusaciones de violación y agresión sexual en un hotel de Nueva York), le dejó el cargo con una larga lista de tareas de peso. Había que ocuparse de la quiebra griega, turbulencias y colapsos económicos múltiples en los cinco continentes. Lo hizo. Con la misma disciplina con la que se entrenaba en el nado sincronizado en su juventud.

La fumata blanca de los nombramientos de Lagarde y Von der Leyen apareció después de tres jornadas de acaloradas discusiones. Detrás de ellos están Emmanuel Macron y Angela Merkel. Se impuso el motor franco-alemán. Una vez más.