El sistema de drenaje de la Ciudad de México cada vez enfrenta mayores dificultades para desalojar el agua de lluvia, sobre todo si tomamos en cuenta tres factores: en los últimos años, los patrones de precipitaciones han cambiado, se registran menos, pero son más intensas; además, el volumen de basura –por malas prácticas ciudadanas- sigue en aumento en la infraestructura de desagüe, y el hundimiento del suelo es irreversible debido a la sobreexplotación del acuífero.

Hace más de 10 años, cuando se inició la construcción del Túnel Emisor Oriente (TEO), los expertos alertaron que la CDMX se había convertido en un gran “tazón”, de tal forma que los escurrimientos del agua pluvial se concentraban en la zona centro y oriente de la capital, en donde los hundimientos en promedio anual son de una velocidad de 20 a 40 centímetros, de alto riesgo para la infraestructura urbana.

El sistema de desagüe superficial está rebasado (el cual transporta las aguas negras y pluviales), pues ha perdido la pendiente por los hundimientos del suelo, y por ello todo el desalojo de las aguas depende del sistema de drenaje profundo, y ahí radica la importancia del TEO, me explicó en su momento José Luis Luege (ex director general de la Conagua y quien inició esta megaobra hidráulica).

El TEO, de 62 kilómetros de longitud, está próximo a entrar en operación, y sería el segundo drenaje profundo del Valle de México (el primero fue el Túnel Emisor Central, el cual entró en operación en 1975), pero ahora los expertos del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) nos advierten que la nueva obra no vendrá a solucionar las inundaciones, pues su diseño de hace más de 10 años está superado por el crecimiento de la mancha urbana que se encuentra asentada en zonas con mayor acumulación de agua.

Y otro punto desfavorable es que el sistema de drenaje de la CDMX y Zona Metropolitana se utiliza como basurero, y todo ese volumen de desechos sólidos impactan las lagunas de regulación y todo el sistema de drenaje y de bombeo. Cada año se extraen de forma mecánica de la infraestructura de desagüe miles de toneladas de desechos.

Este problema sempiterno se suma a que, aún con la operación del TEO, las inundaciones por aguas negras no se solucionarán en el Valle de México, sólo se mitigarán a mayor escala, pues de alguna manera esta megaobra brindará más seguridad.

Hasta ahora no ha habido soluciones definitivas contra las inundaciones, que históricamente ni el Gran Canal del Desagüe (1900), ni el Túnel Emisor Poniente ni el Emisor Central (conocido como Drenaje Profundo) lo han logrado, y desafortunadamente ahora ni el TEO la dará.

El TEO también ya provocó que se cambie el protocolo de operación de los 28 desagües metropolitanos, donde se modificará el manejo de tiempos y volúmenes de agua para lograr un equilibrio en las descargas. Toda esta tarea se encuentra en manos de la Conagua, el Sacmex y la Comisión de Agua del Estado de México (CAEM).

Y de igual forma se deberá perfeccionar el protocolo para la gestión de riesgos por inundaciones en zonas urbanas. Dichos trabajos deberán generar políticas públicas que ayuden a disminuir las afectaciones que hoy son severas en la población urbana.