Padecemos algo así como autopercepción alterada o distorsionada al pensar en nuestra selección: si para los Mundiales vivimos con nostalgia de un pasado glorioso que nunca fue e incluso exigimos éxitos jamás logrados, nos referimos a la Copa Oro como si de un eterno camino de rosas se hubiese tratado.

La realidad es que, así como en la Copa del Mundo seguimos sin ganar un partido de ronda definitiva fuera de México, con la Copa Oro hemos sufrido mucho más de lo que deseamos aceptar.

El hecho de que luzca como torneo fácil, que comparado con la Copa América nos sepa, que no aporte nada a nuestra vanidad, es tema distinto. La realidad es que las Copas Oro de la última década han terminado en desastre o coqueteando con el desastre.

Síntoma de nuestra memoria selectiva, de la edición de 2011 recordamos la remontada en la final contra Estados Unidos y el golazo de Gio Dos Santos, aunque no tanto que en cuartos de final Guatemala nos tuvo abajo en el marcador toda la primera mitad o que en semifinales sólo vencimos a Honduras en tiempos extra. O que en 2013 fuimos segundos de grupo tras Panamá, para después ser echados por el propio representativo canalero.

 

O que en 2015 nos coronamos, aunque luego de otra vez avanzar segundos de grupo y, sobre todo, del absurdo arbitral que nos rescató en tiempo de compensación en la semifinal (llegamos clamando que el de Robben, un año antes, no era penal, para volver admitiendo que el de ese certamen mucho menos). O que en 2017 Jamaica nos empató en primera ronda y eliminó más tarde en semifinales.

Un párrafo que no busca argumentar que la Copa Oro sea de alta exigencia o nivel. Sólo, que nos cuesta trabajo imponernos. Imposible negarlo.

Obstinados en percibirnos en Concacaf como la Nueva Zelanda que arrolla en Oceanía, pretendemos que en nuestra región apenas nos impone resistencia la selección de Estados Unidos. Lejos de eso, la Copa Oro ha tenido demasiado a menudo desenlaces pesarosos y contra los rivales menos pensados.

Por supuesto, hubo torneos como los de 2013 o 2017 en los que el Tri convocó planteles alternativos por coincidir en el verano con la Copa Confederaciones. Sin embargo, eso no cambia el fondo del asunto: que, poca o mucha cosa, la Copa Oro no es tan fácil como osamos autopersuadirnos.

El espejo refleja lo que hay, aunque cada quien ve en él lo que desea: percepción alterada, pues.

Twitter/albertolati

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.