Si el PRI es ya un partido cadáver, ¿por qué tanto interés en su proceso interno?

El PRI vale, según la última elección federal, 10 millones de votos, una cantidad nada despreciable para lo que usted guste y mande.

Diez millones de votos –la tercera parte de lo que obtuvo López Obrador para ganar la Presidencia- representan una gran plataforma de relanzamiento, si eso es lo que se quiere o un contrapeso político a la hora de negociar cualquier tema con el Gobierno en turno.

Los votos que vale el PRI resultan un atractivo para cualquier político con aspiraciones.

Usted lo puede comprobar ahora que se abrió la convocatoria para el registro de nuevos partidos políticos.

Las organizaciones que pretenden ser partido deben recolectar firmas y adhesiones para la celebración ya sea de 20 asambleas estatales, con tres mil simpatizantes registrados y certificados por el INE, o 200 asambleas distritales con 300 simpatizantes registrados.

Es cierto que los resultados electorales han provocado una caída en sus prerrogativas económicas, generándole una crisis que no había padecido en 90 años de existencia, pero el tricolor mantiene viva la estructura partidista que le ha permitido solventar ese contratiempo.

Curiosamente, los más interesados en el proceso de selección del nuevo presidente del PRI es la oposición que gobierna, por una sencilla razón.
Los desatinos de la actual administración fortalecen a sus antagonistas.

¿Cuál fórmula de las tres que obtuvieron el visto bueno de la Comisión encargada de organizar la elección en el PRI podría capitalizar y darle un nuevo aire al otrora partidazo?

Sólo dos fórmulas son vistas con seriedad: son las que encabezan el ex gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, y la otra es la encabezada por la ex gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco.

El oaxaqueño Ulises Ruiz ni siquiera cumplió con los requisitos de la convocatoria, pero aún tiene tiempo –hoy- para presentar las firmas de los sectores que avalen su candidatura.

La convocatoria tricolor prohíbe descalificaciones entre aspirantes, algo que no se podrá evitar; puede incluso ser hasta un ejercicio catártico.

Pero lo que queda claro es que, devaluado y lo que quiera, el PRI vale 10 millones de votos.

Un auténtico botín.

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El fin de semana pasado, durante un mitin de López Obrador, una joven le “pintó el dedo’’ a la cámara que hacía un paneo del público presente en el evento.

El video se hizo viral y las opiniones en las redes sociales se dividieron: la mitad dijo que se trató de “una falta de respeto al Presidente’’ y al resto les pareció la broma de una estudiante aburrida.

En todo caso, en sexenios pasados, quienes hoy se rasgan las vestiduras por el gesto de la joven estudiante festejaron y se carcajearon hace años cuando un recluso le puso “cuernos’’ al presidente Vicente Fox en una foto oficial.

El guanajuatense aguantó las burlas y no refundió en la cárcel al osado bromista.

Con todo, lo hecho por la joven el fin de semana se debe tomar como una muestra de lo dividida que está nuestra sociedad, división alentada, por cierto, de las conferencias mañaneras.

¿Nos quejamos entonces?
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Hoy la superoficial mayor de la Secretaría de Hacienda, Raquel Buenrostro, ofrecerá una conferencia para hablar de “la política de optimización médica y financiera para los insumos de la salud’’, o sea, para hablar de la megalicitación de medicamentos y equipo médico que tan preocupados trae a los responsables del sector salud.

La megalicitación y sus tiempos provocarán desabasto, consideran.

A ver qué dice la superfuncionaria.