En el Senado se empantanó la discusión sobre la revocación de mandato, pese a la “flexibilidad’’ de fechas mostrada por el presidente López Obrador.
El asunto es que la oposición no quiere –con justa razón- que el ejercicio de consulta sobre la revocación de mandato sea propuesto por el Ejecutivo en turno y no por la sociedad, como debería de ser.

El argumento tiene sustento.

La revocación de mandato no debería ser una prerrogativa del Ejecutivo, sino de la sociedad.

Si el Ejecutivo lo convoca, lo hará con el conocimiento de que la votación le será favorable o de otra manera no lo haría.

Dejarlo en manos del gobernante en turno sería una farsa, una caricatura grotesca de un presunto ejercicio democrático.

En cambio, si la sociedad es la que propone, la consulta tendría mayor credibilidad y respaldo democrático.

Pero en el camino de la discusión, la oposición también enfrenta el hecho de que, de negarse a aprobar la inclusión de la revocación de mandato en la Constitución, López Obrador podría atreverse a realizar una “consulta’’ sin sustento legal como la que hizo para detener la construcción del aeropuerto en Texcoco.

No es un tema sencillo, por eso el Senado decidió decretar un receso en este periodo extraordinario para tratar de empatar las posiciones de todos los partidos.

La gran pregunta es ¿qué puede ofrecer Morena para convencer a la oposición de aprobar la legalidad de la revocación de mandato?
Ya veremos.

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El presidente López Obrador no tuvo una recepción como las que acostumbra a su llegada a Chiapas.

Fue recibido con reclamos por parte de la CNTE, y aunque hubo las infaltables peticiones de selfies, prevaleció el tono de reclamo y confrontación por promesas no cumplidas.

Ello no impidió, sin embargo, que junto con el Presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele, firmaran un acuerdo mediante el cual México invertirá 30 millones de dólares en el país centroamericano para la generación de empleos a través del programa Sembrando Vida.

Este acuerdo forma parte del llamado Plan de Desarrollo Integral de Centroamérica, pensado como estrategia para contener la migración ilegal a Estados Unidos, perdón, a México.

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Zoé Robledo, director del IMSS, reconoció una caída importante en la generación de empleos en lo que va del sexenio.

Y de paso le corrigió la plana a López Obrador, que en su conferencia mañanera dijo que la caída en el empleo se debía a que no se habían incluido a los más de 400 mil becarios a los que se les pagan tres mil 600 pesos mensuales y tienen seguridad social.

Robledo precisó que los becarios de Jóvenes Construyendo el Futuro no pueden considerarse empleos porque se trata de un programa subsidiado por el Gobierno.

El problema es que nada ni nadie garantiza que después del año que durará la beca de tres mil 600 pesos mensuales, ese número de jóvenes vaya a obtener un empleo formal.

Y como están las cosas, es probable que sea el mínimo de este ejército de aprendices –no es peyorativo- los que obtengan una plaza de trabajo al final de la beca.

Lo ideal sería que fueran todos, pero la economía no da para más, aunque tengan otros datos.