Tomás de Aquino señaló que la prudencia es la primera de las virtudes cardinales, y una de las más necesarias para el ser humano.

Como toda virtud, la prudencia requiere de ciertos acompañantes, como la inteligencia emocional, la construcción de conocimiento y un buen ejercicio de conciencia.

Los mexicanos estamos conscientes de que hace 25 años no podríamos haber imaginado las dimensiones de lo que América del Norte lograría como región, gracias al Tratado de Libre Comercio. En materia comercial, es la región más potente del mundo, representando 28% del Producto Interno Bruto mundial.

Sin embargo, en esos 25 años también construimos un régimen de dependencia terrible: 76.5% de las exportaciones mexicanas van a Estados Unidos y 60% del PIB de nuestro país está vinculado al comercio exterior. En pocas palabras, nuestra economía depende en más de 45% de la Unión Americana.

Durante todo este tiempo no se había desarrollado una política industrial especializada tal que pudiera ser un diferenciador global; no se había invertido lo suficiente en desarrollo tecnológico y no se generaron las condiciones para incrementar la productividad de nuestras empresas. La maquila nos trajo puestos de trabajo, pero no especializó a nuestros trabajadores, y tampoco aportó mayor valor a nuestra mano de obra.

Esto es una condición precaria y endeble. Debemos reconocer que somos dependientes de los Estados Unidos, y que realmente no tenemos muchas alternativas en el corto plazo. Por esto debemos ser prudentes; si bien no es agradable el tono de los agravios del presidente Trump contra México, también es cierto que debemos proteger lo que hoy sí nos da estabilidad económica.

Con los Estados Unidos debemos aspirar a una buena vecindad, no sólo a una amistad. Tenemos algunos intereses en común, pero también profundas diferencias; reconocer esto nos permitirá tomar mejores decisiones. Si bien exportamos 307 mil millones de dólares a EUA, importamos 181 mil millones de dólares de esa nación, siendo su primer cliente a nivel mundial.

En su caminar rumbo al proceso electoral, el presidente Trump buscará seguir presionando a nuestra nación, porque esto le es políticamente redituable.

Por nuestra parte, tenemos que seguir actuando con prudencia y prepararnos para hacer frente a ideas que carecen de cualquier base lógica, legal o diplomática, pero que sí podrían dañarnos de manera significativa. Por ello, necesitamos buena planeación y llevar a cabo un riguroso análisis para encontrar la manera de dar la batalla eficazmente.

Al mismo tiempo, debemos aceptar nuestra responsabilidad. Es preciso acabar con la corrupción, incrementar la productividad y crear diferenciadores que nos hagan un referente en la industria mundial, no sólo para Estados Unidos. Ésa es la promesa y la tarea que ocupan a la 4T.

Los mexicanos vamos a necesitar templanza, otra de las virtudes cardinales.

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