De acuerdo a la visión del presidente López Obrador, estamos ante el milagro de la multiplicación de los peces y los pesos.
Primero, aseguró que “donde come uno, come un millón’’, en referencia a la eventual crisis que enfrentará el país al haber aceptado recibir a los migrantes que rechace Estados Unidos.

 

En segundo lugar, afirmó que el dinero de la venta del avión presidencial será destinado a financiar la nueva política migratoria del país, es decir, 150 millones de dólares.

 

Dos problemas: dichos recursos ya habían sido “otorgados’’ a financiar programas sociales, pero ahora ya cambió su destino.

 

El segundo es que el avión fue adquirido bajo un esquema de arrendamiento financiero a 15 años, por lo que no se puede vender en una operación tan sencilla.

 

Luego entonces, habría que creerle al secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, quien el 9 de abril pasado, en su comparecencia ante la Comisión de Comunicaciones y Transportes del Senado, reconoció que el Gobierno mexicano “no recuperará dinero’’.

 

En la misma sesión, Jiménez Espriú informó que sólo se había pagado la mitad del financiamiento –tres mil millones de pesos- y que Banobras negociaba “la transferencia del leasing’’.

 

O sea que ni para programas sociales ni para migrantes.

 

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Cada vez con más frecuencia el Gobierno de la 4T nos regala escenas que hacen recordar a la administración pasada.

 

¿Recuerda el “no te preocupes, Rosario’’ que le regaló Peña Nieto a Rosario Robles cuando era cuestionada por supuestos malos manejos del dinero público?

 

Haga de cuenta que es la misma escena, pero con diferentes protagonistas: López Obrador iniciando una porra con la que convierte de responsable a víctima a la actual jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum.

 

López Obrador asegura que la jefa de Gobierno está siendo “atacada por unos grandulones’’, a partir del asesinato del joven Norberto Ronquillo.

 

Quizá el Presidente no había tenido a la vista las estadísticas sobre el incremento de la delincuencia en la capital del país, en especial los delitos de homicidio doloso y secuestro.

 

Porque de otra manera se habría moderado en sus manifestaciones de apoyo.

 

La Policía Preventiva de la CDMX no tiene incentivos; los jefes de sectores han sido removidos –algunos despedidos-, y en su lugar se ha colocado a personajes cercanos a la jefa de Gobierno, pero sin experiencia.

 

 

Continúan los cobros de cuotas a los policías –los llamados “Potros’’, es decir, los policías motocicleta’’-; tienen la obligación de llevar al corralón por lo menos una moto al día.

 

El personal que vigila los cuadrantes de la ciudad se ha reducido también.

 

Se ha documentado también que los grupos antisecuestros fueron casi desmantelados, no tienen responsable y los recursos financieros han sufrido el mismo recorte que otros sectores cuando la estrategia debió haber sido la opuesta.

 

El apoyo presidencial a Sheinbaum le cayó de perlas a la jefa de Gobierno, sin dudas, pero es una mala señal para la ciudadanía; ¿de qué servirá la presión social si ya tiene el respaldo incondicional de quien maneja los recursos?

 

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A Porfirio Muñoz Ledo se le puede señalar por lo que quiera, pero jamás de ser un ignorante de las leyes.

 

Por eso llamó la atención el reclamo que hizo ayer durante la sesión de la Comisión Permanente de que Marcelo Ebrard asumió responsabilidades en materia migratoria que sólo correspondían a la Secretaría de Gobernación.

 

¿A poco ya estamos futureando, diputado?

 

 

 

jhs