En el Festival de Cannes 2019, como homenaje al reconocido director Luis Buñuel, fue proyectado su clásico cinematográfico Los olvidados, gracias a la restauración de una copia de la cinta.

Esta emblemática película, que retrata la marginación de los niños de la calle en la Ciudad de México en los años cincuenta, es parte del catálogo documental del Registro de la Memoria del Mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

El registro preserva documentos reconocidos como símbolo cultural para los países y de importancia mundial, dado que, de acuerdo a la propia UNESCO, una gran parte del patrimonio documental ha desaparecido para siempre y otra parte importante se encuentra en peligro debido al saqueo, el comercio ilícito y la destrucción.

El título de esta película no podría ser más atinado para referir la condición de olvido que han tenido los fondos de archivo en México, así como la indiferencia al valor que representan y al abandono en su conservación.

Por ello, cada 9 de junio conmemoramos el Día Internacional de los Archivos, establecido desde 2007 por el Consejo Internacional de Archivos (ICA), para que en nuestro país y en especial en la capital recordemos a los testigos “olvidados” de nuestra memoria, cuya importancia ha sido relegada.

El patrimonio documental es un tesoro invaluable para las sociedades, porque mantienen vivos los recuerdos de su historia e identidad, y porque dan sentido de pertenencia a las personas a una comunidad. El conocimiento y comprensión de su contenido nos permite aprender del pasado, tomar mejores decisiones en el presente y proyectar un mejor futuro.

Si bien existían regulaciones sobre este tema, hace apenas un año, el 15 de junio de 2018, se logró concretar un instrumento legislativo a nivel nacional con la publicación de la Ley General de Archivos, que es de observancia en todo el territorio y que sienta las bases para determinar la organización, administración y preservación uniforme de los documentos.

Esta ley general entrará en vigor al año de su publicación -en junio de 2019-, y a partir de entonces, las entidades federativas tienen un año para armonizar su legislación en este tema, es decir, hasta junio de 2020. En el caso de la Ciudad de México, habrá que reformar la Ley de Archivos del Distrito Federal que es vigente y data de 2008.

Para avanzar en esta materia en la capital, habrá que hacer frente, al menos, a los siguientes desafíos: i) el legislativo que implica alinear la normativa local con la ley general; ii) el tecnológico para aprovechar las tecnologías de la información con el fin de sistematizar su gestión, iii) el de capacitación y especialización del personal para organizarlos y preservarlos, y iv) el de implementación para hacer efectiva la aplicación de la nueva regulación.

Los archivos son un presupuesto indispensable para ejercer los derechos de acceso a la información y de protección de datos personales, así como para hacer posible la rendición de cuentas y la participación ciudadana.

Por eso, los archivos deben dejar de ser testigos “olvidados” para tomar un papel vivo como narradores de la historia y memoria de nuestra ciudad.